Comenzó la nueva etapa institucional del Partido Justicialista luego de la intervención de la jueza María Servini de Cubría, que puso al mando al sindicalista del sector gastronómico Luis Barrionuevo. La magistrada hizo lugar a un reclamo por “acefalía” que señalaba que la vida partidaria no existía. En el medio de la puja están dos sectores. De un lado el kirchnerismo, que señala que la intervención es política y tiene la finalidad de sacarlos del medio, y del otro a los dirigentes que nunca pertenecieron al espacio de Néstor y Cristina, o que lo abandonaron con el correr de los años.

Durante los años del kirchnerismo, el Partido Justicialista no tuvo internas ni vida institucional, ya que todo se manejaba desde Casa de Gobierno. Una vez que Cristina Fernández tuvo que dejar el poder, el partido quedó en un limbo, por lo que la jueza dio lugar al pedido de intervención y nombró a Barrionuevo. Para los referentes cercanos a la expresidente, esto es una movida política que beneficia al actual oficialismo.

José Luis Gioja, titular a cargo al momento de la intervención, en un primer momento se atrincheró en la sede partidaria del movimiento fundado por Juan Domingo Perón, pero finalmente se retiró en medio de un fuerte operativo policial. Este sector, cercano a la expresidente, apeló la medida, pero mientras tanto, miran al partido desde afuera.

Barrionuevo, al momento de ingresar al partido, manifestó a la prensa que la jueza lo eligió por su “sangre peronista” y que tendría los “brazos abiertos” para recibir a los dirigentes que no habían tenido lugar en la historia reciente. Es decir, al espacio que fue apartado o que decidió no formar parte del desastre kirchnerista. Los dos primeros dirigentes que confirmaron su “fichaje” fueron Jorge Bárbaro y Carlos Campolongo. Dos históricos que miraron de lejos al kirchnerato.

“Ellos ni siquiera respetaban nuestra historia”

Bárbaro, que estuvo vinculado en los primeros días del Gobierno de Néstor Kirchner(2003-2007), del cual se alejó por diferencias para acercarse al espacio de Sergio Massa, se convirtió uno de los mayores críticos de la expresidente. Públicamente reconoció que en la segunda vuelta de 2015 votó por Mauricio Macri y no al partido de toda su vida, que llevaba la candidatura de Daniel Scioli, hombre de Cristina Fernández. El dirigente, de mucha exposición en los medios, suele reiterar que de vez en cuando se “enoja” con Macri, pero que cuando se acuerda del kirchnerismo, se “le pasa”.

Hoy vuelve esperanzado a su espacio natural, que busca despegarse de los resabios del espacio político que destruyó al peronismo, de la misma forma que a la Argentina.

“Años sin pisar el partido, años marginados y expulsados por personajes que poco o nada tenían que ver con el peronismo. La mayoría de ellos ni siquiera respetaba nuestra historia. El movimiento nacional hace tiempo está en crisis. Todo intento de devolverle su contenido es un desafío convocante”, manifestó Bárbaro.

Campolongo, el otro viejo dirigente peronista que vuelve al partido, se desempeña como panelista en el popular programa político “Intratables”, uno de los más vistos de la televisión argentina. Donde siempre reivindicó su identidad peronista.

Neoperonismo no kirchnerista, pero ¿con chances en 2019?

Es claro que la construcción partidaria no tendrá un fuerte contenido de identificación con Cristina, aunque, fiel a su historia y tradición, seguramente se les hará lugar a los conversos de última hora. Las preguntas que se irán revelando en los próximos meses son si este espacio logra una mayor aceptación que la oposición kirchnerista y cuál de estos dos grupos podría llegar a disputar una segunda vuelta contra Macri (de ser candidato) el año que viene.

Si bien la aparición del nuevo espacio le conviene al presidente argentino, porque formaliza el quiebre del espacio opositor, el macrismo deberá tener cuidado a la hora de potenciar a sus rivales. Sin dudas que los dos peronismos (“oficial” tradicional” y kirchnerista de izquierda) le dividirán a Macri el voto que no consigue para su espacio, pero en un eventual balotaje, el enemigo ideal sería el kirchnerismo, ya que la mayoría de los votantes K podrían ir con el peronismo oficial en contra de Cambiemos, pero el peronista no kirchnerista, en su totalidad, no apoyaría al espacio de la exmandataria.

Fuente: Panampost