En todas las fotografías en que aparece el presidente Santos rodeado de los suyos sus ministros, sus generales, sus invitados, los participantes en sus consejos de la prosperidad- sale el general Óscar Naranjo.
En todas las fotografías en que, durante ocho años, aparecía el presidente Uribe rodeado de los suyos también salía el general Naranjo. Incluso cuando no era todavía general ni director de la Policía, cargo al cual fue elevado al alimón por Uribe y su entonces ministro de Defensa Santos en el año 2007: pues tal vez el único hombre de confianza que han tenido en común Uribe y Santos es Naranjo, compartido también con los embajadores de los Estados Unidos en Bogotá, a quienes según las revelaciones de los wilileaks el alto oficial acudía rutinariamente a rendir informes.
En todas las cúpulas militares que se suceden el único que no resulta descabezado jamás es el general Naranjo: siempre está ahí en la foto, a veces en el fondo a la derecha, o a la izquierda, o en la mitad, de cachucha o de quepis o de sombrero de tela de carabinero, dominando con su estatura al grupo que posa ante la cámara, con la cabeza levemente inclinada como un globo aerostático cautivo y una sonrisita inescrutable de Gato de Cheshire en el País de las Maravillas, eterna, imperturbable.

Y también se le puede ver, a la vez, en otros sitios: deteniendo en persona a unos apartamenteros cogidos in fraganti en Cali, erradicando matas de coca en las selvas del Putumayo, recibiendo una condecoración en la embajada de Chile, siendo entrevistado por un canal nacional o regional de la televisión, tranquilizando en Cartagena a los representantes de los gremios económicos, sonriendo casi imperceptiblemente en el Palacio de Nariño o vigilando desde el asiento del fondo una buseta para que no se suban los raponeros. Parece como si fuera ese colado desconocido y famoso que se hace retratar, copa de champaña en mano, en todas las fiestas de la realeza europea y las posesiones presidenciales de los Estados Unidos, sin que nadie sepa quién es.

Solo que el general Naranjo no es un colado, sino todo lo contrario. Es el hombre con mejor información y mayor poder que hay en Colombia.

Habiéndose ratificado ratificar en su cargo de director perpetuo de la Policía, descabezando de pasada a seis generales (la última vez fueron ocho), y convirtiéndolo en el oficial en activo más antiguo de las Fuerzas Armadas. Es el único general de cuatro soles que ha habido en la Policía colombiana, y el más condecorado, y el más versátil. Tiene desde la Cruz de Boyacá hasta la Orden al Mérito de la alcaldía menor de Tunjuelito, desde la Mención de Miembro Honorario de la DEA norteamericana hasta la Cruz de las Fuerzas Armadas de Venezuela, desde la Medalla de Servicios Distinguidos de la Aviación Naval (Naranjo no es ni marino ni piloto) hasta la Orden del Zurriago (Naranjo no es antioqueño). Y veinte distinciones más. Sabe de todo: de seguridad aeroportuaria y de seguridad bancaria, de tácticas antisecuestro, de contraguerrilla, de narcotráfico, de contratación estatal, de técnicas de microfilmación, de seguridad nacional y de seguridad privada.

Ha estudiado en todas partes: en Colombia, en los Estados Unidos, en Inglaterra, en la Argentina y en España. Ha participado en todo: en el diseño de seguridad del Palacio de Justicia, en la eliminación del ‘Mexicano’ Rodríguez Gacha. Bajo su mando supremo, el pie de fuerza de la Policía ha aumentado considerablemente, se le han encomendado tareas de inteligencia y contrainteligencia, y se ha adelantado una limpieza interna de oficiales y agentes corruptos (que, como en todas las Policías del mundo, son legión).

Y a todas estas, el general Óscar Naranjo tiene una asombrosa capacidad para no decir nada y para que nadie sepa lo que de verdad piensa. Un ejemplo. Así explica la salida inesperada y sorprendente de uno de sus oficiales más cercanos y de más probada eficacia, el general César Augusto Pinzón, director de la Policía Antinarcóticos y anteriormente director de la Dijín:

-Debo decir que valoro y el país valora los esfuerzos y la valentía con que este oficial enfrentó las mafias del narcotráfico. Sin embargo, valoraciones que corresponden al fuero interno de la Dirección me han llevado a asegurarle a la institución un cuerpo de generales proyectado y unido. Para nada su salida de la línea de mando tiene que ver con reproches a esa conducta, sino con valoraciones integrales alrededor del cuerpo de generales.

Para decirlo con la retórica churchiliana cara al actual presidente de la República: el general Óscar Naranjo «es una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un enigma».

Por Antonio Caballero

 

Fuente:  http://ladoblevida1.blogspot.com.co/