Apreciados amigos, en vista de que Santos y las FARC no lograron un avasallamiento completo de la institucionalidad, y tanto las cortes como el congreso han enmendado en algo sus errores impidiendo algunos de los atropellos que del acuerdo de Cuba se derivan, se reunieron en Cartagena (Santos y FARC) para fraguar una nueva confabulación contra el estado de derecho que consiste en la pretensión de invocar unos supuestos poderes presidenciales para desconocer las decisiones tomadas por los otros poderes públicos. Ante esta nueva amenaza para la institucionalidad, el senador Ivan Duque, candidato a la presidencia por el Centro Democratico, elevó su voz de protesta diciendo que ya Santos y FARC no pueden reabrir las negociaciones para acordar nada y que lo que les corresponde es someterse al ordenamiento jurídico y a la constitución, en clara alusión a sus pretensiones de imponerse ilegalmente sobre los otros poderes del estado.

Esta declaración oportuna y sensata de Ivan Duque ha sido interpretada de una manera insólita por algunos dirigentes del partido conservador como una defensa a los acuerdos con las FARC. Tan absurda interpretación no significa otra cosa que una clara intención de continuar una guerra sucia contra Ivan Duque, quien animó al uribismo a optar por el NO en vez de la abstención y quien con su demanda contra el Fast Track derrumbó el mito del blindaje de los acuerdos e hizo posible la reivindicación institucional que hoy Santos y las FARC quieren acabar al precio que sea.

No es con calumnias como estas personas que creen tener derechos adquiridos sobre el estado colombiano, van a imponer a su candidata. El Centro Democratico ha sido muy generoso con ellos invitándolos a unirse en una causa por Colombia en igualdad de condiciones y plenas garantías, así lo demostró cuando generosamente reconoció a la doctora Marta Lucia Ramirez como una de las voceras del NO, a pesar de que su primera declaración pública en favor del NO fue el 3 de Octubre cuando ya el triunfo era un hecho. A esta generosidad deben responder los dirigentes conservadores con respeto y con una emulación fraterna, pensando en Colombia y no en sus nostalgias de poder

Francisco Mejia