En plena campaña electoral para su reelección y en medio de su primera transmisión de Facebook Live, Nicolás Maduro recibió una lluvia de insultos y críticas que “en vivo y directo” lo dejaron en ridículo.

Maduro aseguró que la transmisión en vivo a través de esa red social era para compartir “el amor que está surgiendo en Venezuela”; sin embargo, lo que recibió fueron mensajes de repudio.

A Maduro se le fue borrando la sonrisa del rostro durante los más de 12 minutos que duró el contacto; recibió más de 169.000 comentarios y la mayoría de ellos fueron para instarlo a renunciar tras la severa crisis en la que ha sumido a Venezuela.

El mandatario fue calificado de asesino, hampón, desgraciado y dictador; mientras recibía mensajes como “estás matando de hambre al pueblo” y “el socialismo no funciona”. Tal era la cantidad de comentarios negativos que aumentaban con una velocidad impresionante, que el mismo Maduro empezó a preguntar “cómo hacía para pararlos”.

Al mandatario y su esposa Cilia Flores se les notaba incómodos, no sabían cómo ocultar que les estaba saliendo “el tiro por la culata”.

Y es que Maduro — el mismo que ha sumido a Venezuela en una crisis sin precedentes enmarcada en la inflación más alta del mundo, los salarios más bajos de la región, una escasez de alimentos y medicamentos que supera el 90% y cifras de desnutrición únicas en la historia de ese país — busca reelegirse como presidente, a pesar de contar con el repudio mayoritario de los venezolanos.

Pero en el mundo se preguntarán cómo es que con tanto descontento popular y con una crisis que se asemeja a la de un país en guerra, el régimen podría ganar nuevamente unas elecciones.

La situación es que el chavismo ha logrado sembrar trampas y crear fraudes electorales para lograr victorias ficticias que aún lo mantienen en el poder.

Todas las de ganar

Así como el “socialismo del siglo XXI” se ha convertido en una “dictadura moderna”, el modo de hacer trampa y ensuciar un correcto proceso de votación también se ha llevado a cabo de forma “moderna”.

Mientras en República Dominicana se dialogaba la ejecución de elecciones libres, transparentes y con nuevo órgano electoral; el chavismo decidió “tirar las exigencias por la ventana” y llamar a comicios en condiciones electorales fraudulentas, lo que representaría una inminente victoria para el candidato del chavismo.

Por un lado, hay que reconocer que el oficialismo se ha valido del populismo puro: a través de chantajes a los estratos más pobres ha logrado obtener votos. La estrategia es comida a cambio de votos.

A esto se suma el famoso programa “uno por diez” donde cada militante del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está obligado a llevar a diez personas a la fuerza a que ejerzan su voto a favor del chavismo.

Por otro lado, de la mano con el Consejo Nacional Electoral (CNE) y del Tribunal Supremo de Justicia el oficialismo ha logrado inhabilitar a los principales líderes opositores, aquéllos que considera una amenaza y que podrían causarle una derrota electoral.

Del mismo modo, el TSJ y el mismo CNE decidieron anular a la mayoría de los partidos de oposición y, en especial, a la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la cual se había convertido en la más votada en la historia del país.

Ya el CNE le agarró el gusto al fraude y ha sabido implementarlo en los últimos comicios; aunque aún no han sido convocadas las elecciones por parte del organismo electoral, se conoce que por orden de la ilegítima Constituyente se efectuarán en el primer cuatrimestre de este año, lo que representa una violación a la Ley Electoral, pues no debe llamarse a elecciones con menos de seis meses de anticipación.

Asímismo está la apertura del Registro Electoral Permanente (REP) para venezolanos en el exterior; el mismo debería estar disponible para que los ciudadanos que están en el extranjero puedan ejercer su derecho al voto. Sin embargo, esa posibilidad se ha mantenido cerrada; sobretodo ahora, cuando más de 4 millones de venezolanos decidieron migrar.

Otra medida fraudulenta de la mano del CNE, se basa en la eliminación, sin explicación, de al menos 17.000 electores; esto sucedió para los comicios regionales del 2017 y podría repetirse para estas presidenciales; situación que podría sumarse a la reducción de mesas de votación para complicar aún más el proceso.

Otra “batalla” que debe librar la oposición venezolana es la de la abstención y el disgusto que existe tras seguir participando en comicios a pesar de las condiciones adversas.

El chavismo ha aprovechado el momento de descontento dentro de la oposición para anunciar las elecciones presidenciales; ahora la oposición compite en dos carreras de obstáculos: las trampas del chavismo y la abstención.

A todas estas trampas se suma la reubicación a última hora de los centros de votación; la eliminación del uso de la tinta indeleble y el captahuellas; además del ventajismo constante y descarado por parte del oficialismo.

No se puede olvidar la desmotivación de los electores que no están de acuerdo con votar con un CNE que se inventó unas cifras cuando se eligió la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC); números que fueron desmentidos por Smartmatic, la empresa que estaba encargada de totalizar los votos. Fue Smartmatic la que detectó millones de votos falsos en la Constituyente y que por primera vez en la historia de Venezuela confesó que hubo fraude. El CNE no tuvo nunca cómo demostrar que el chavismo obtuvo 8.000.000 de votos.

Lo mismo sucedió en las recientes elecciones regionales en las que el candidato de oposición Andrés Velásquez mostró pruebas que correspondieron a 46 actas electorales de varias mesas de votación, donde el CNE modificó las cifras para robarle el triunfo.

Es evidente que el fraude electoral ha estado latente desde hace muchos años, pero recientemente se ha efectuado de manera descarada y visible.

Si todas estas trampas las sumamos al amedrentamiento que existe por parte de grupos armados del chavismo en el momento de las elecciones, a la doble cedulación que permite ilícitamente el doble voto, más la desconfianza que ha generado el CNE; se puede decir que en Venezuela no hay condiciones electorales y que la victoria de Nicolás Maduro será inminente a pesar de no contar con el apoyo de la población.

Es por esto que a Maduro no le importa hacer el ridículo en Facebook Live y recibir millones de críticas en su contra; el dictador tiene todas las de ganar.

En un país en democracia acudir a comicios es una “fiesta electoral”, pero en dictadura será una “fiesta roja” que perpetrará al chavismo en el poder en medio de una crisis sin precedentes. Es hora de que la oposición asuma acciones contundentes.

Fuente: es.panampost.com