Luego de haberse impuesto por tan sólo unos decimales en las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), Cristina Fernández de Kirchner no dejó de recibir malas noticias en las vísperas de la elección legislativa del 22 de octubre, donde compite por una banca en el senado, pero por sobre todas las cosas, por ser la líder de la oposición de cara a 2019.

Tras prácticamente haber igualado con el 34% de los votos con el candidato macrista, Esteban Bullrich, Kirchner tuvo que lidiar con una difícil información; luego de las primarias de agosto se confirmó que entre los votantes que se ausentaron de las PASO hay mayoría antikirchnerista. Como si esto fuera poco, el 5% que estaría abandonando a Sergio Massa (tercero en intención de voto) también parece preferir, en su mayoría, al frente oficialista Cambiemos. Con estos dos grupos de votantes, Mauricio Macri estaría consiguiendo bajar a la ex presidente al segundo puesto. Este escenario es inmejorable para el oficialismo ya que, por un lado, queda en evidencia que la ex mandataria no puede ganar ni en su distrito más fuerte (provincia de Buenos Aires), pero también se mantiene la división del espacio opositor, ya que sigue siendo la dirigente más votada fuera del gobierno.

En la búsqueda de revertir la tendencia, la ex presidente decidió hacer algo que no hizo mucho durante sus gobiernos: dar notas a la prensa. La primera experiencia con el periodista Luis Novaresio en Infobae pareció haber sido contraproducente, ya que las primeras mediciones arrojaron una mayor distancia con el candidato de Macri.

A menos de un mes de las elecciones, y con la desesperación de torcer el destino que parece inapelable, la ex presidente argentina, en un hecho absolutamente inusual, brindó otras dos entrevistas dos días consecutivos. Ayer con El País, de España, y hoy con el canal amarillista y popular Crónica Televisión, donde fue recibida por el veterano periodista Samuel “Chiche” Gelblung.

Durante la hora y media que duró la nota, se vio a una Cristina Fernández buscando una informalidad por momentos forzada y artificial. Seguramente buscando causar el efecto contrario de la entrevista “seria” con Novaresio, Kirchner reconoció que dice malas palabras, contó cuales son sus comidas preferidas y resaltó que no le gusta limpiar la casa y hacer la cama.

No dejó pasar la oportunidad de comentar la última temporada de Game of Thrones ni de compartir con la audiencia sus gustos a la hora de navegar por Netflix.

La ex presidente buscó, exageradamente, un perfil descontracturado y hasta le pidió al periodista que le toque “el agujerito” que le dejó en la cabeza una intervención quirúrgica a la que tuvo que someterse.

 

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