El presidente argentino, Mauricio Macri, en la jornada de ayer recibió al secretario de Estado, Rex Tillerson, con el que analizó la situación de Venezuela. El líder de Cambiemos comparte la visión de Washington sobre la gravedad de la situación y la necesidad de un cambio político para dejar atrás la dictadura chavista. Sin embargo, le volvió a manifestar al funcionario de Donald Trump que el Mercosur no avalará ninguna operación militar y que la salida tiene que llegar de la mano de un cambio democrático.

Tillerson no puede echarle en cara a Macri poco compromiso político a la hora de cuestionar a Nicolás Maduro. El presidente argentino en cada foro internacional que asiste, no pierde oportunidad para expresarse sobre el drama de Venezuela y hace tiempo que denomina a Maduro como “dictador”. Inclusive le ha quitado las distinciones honoríficas que le dió el kirchnerismo.

Está claro que Maduro ya ha cruzado una línea y poco le importa lo que se diga de él en el exterior. El régimen venezolano ya ha fortalecido su relato y nada de lo que pase o se diga fronteras afuera que no tenga relación concreta e impacto dentro del país, le importa en lo más mínimo. China y Rusia han aparecido como sponsors de última instancia y el régimen venezolano ya demostró que lo tiene sin cuidado la terrible situación de la población civil.

      Probablemente, lo más cuestionable del discurso de Macri es la insistencia de la salida democrática y electoral para Venezuela en estas terribles circunstancias. La idea en abstracto no tiene nada de malo, pero lamentablemente, la realidad es que las elecciones las controla el régimen y, por lo tanto, no son una salida considerable. Repetir una y otra vez en cada foro que se le solicita a Maduro convocar a elecciones limpias, transparentes, y ahora sin candidatos proscriptos, es como decirle a un ladrón armado que por favor no se lleve nuestro dinero porque su acción está “mal”.

 

El presidente argentino y el Mercosur tienen derecho a expresarse en el sentido que consideren oportuno y recomendar la salida de la crisis que les parezca apropiada. Pero las opiniones que han tenido hasta este momento deben hacerse cargo de algunas cuestiones: que la espera para el desgaste final del régimen puede costar todavía miles y miles de vidas inocentes, ya sea por hechos de violencia, desatención médica sanitaria o inclusive, terrorismo de Estado, que el daño estructural que dejará el chavismo será cada año más terrible, pero por sobre todas las cosas, que las expresiones sobre una salida electoral en estas circunstancias son meras palabras vacías, que, lamentablemente, cuestan cada día más caras y no solamente en términos monetarios.

Fuente: Panampost