Michelle Bachelet fue directora ejecutiva de ONU Mujeres y nunca recordó a las mujeres que sufren represión en Cuba. (Fotomontaje de PanAm Post)

Hoy, en su discurso inaugural como Alta Comisionada del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la expresidente de Chile Michelle Bachelet, destacó país por país los atropellos sufridos por parte de activistas en América Latina y el mundo, pero sobre Cuba guardó silencio absoluto.

No es una particularidad de su nuevo rol. Cuando estuvo al mando de Chile, visitó a Raúl Castro, también a Fidel Castro cuando estaba mal de la salud, pero a la oposición le dio la espalda e ignoró sus peticiones.

En enero de este año, Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, una organización de mujeres cubanas que se exige pacíficamente la liberación de los presos políticos, le escribió una carta a Bachelet indicando que durante su visita ella estaba detenida en la estación de la Policía Nacional Revolucionaria de El Cotorro.

Soler le pidió a Bachelet que así como su familia combatió a la dictadura de Pinochet, ella comprenda la lucha de la oposición cubana.

“Como usted sabe el gobierno cubano, presidido por Raúl Castro con quién usted se va a reunir en este viaje institucional sigue aplicando sistemáticamente la represión y las medidas coercitivas contra la población sin respetar los Pactos de Naciones Unidas así como los Convenios de la OIT (Organización Internacional de Trabajo)”, exclamó.

Sra. Bachelet, usted sabe por propia experiencia,   al igual que nosotras,  que las dictaduras y los militares gobiernan con la misma mano férrea, allí donde estén, y que apoyar a este tipo de gobiernos supone dar la espalda a sus pueblos.

La respuesta fue silencio.

Y no fue la primera vez. Cuando Bachelet asumió por primera vez la presidencia de Chile, las Damas de Blanco le escribieron una carta de felicitación, en búsqueda de lograr empatía entre mujeres.

Al felicitarla, aseguraron, “también lo hacemos a nuestro hermano pueblo, que ha tenido la sabiduría de elegirla a usted, primera mujer presidenta en Chile”. “Le deseamos muchos éxitos en su tan responsable labor, los cuales constituirán estímulos para la reconciliación, el desarrollo de la democracia y la prosperidad también de los demás países de nuestra región”.

Pero lo que descubrieron es que la líder no representa a las mujeres en su totalidad sino aquellas alineadas con su ideología: la socialista, mientras que las Damas de Blanco la combaten.

Asimismo, Bachelet se declara agnóstica, cuando ellas van a misa cada domingo antes de salir a la calle a manifestarse, donde los policías, muchas de ellas mujeres también, les propician palizas, torturas, hospitalizaciones, órdenes de arresto e incluso les han inducido abortos por las palizas.

“Nosotras enfrentamos desde marzo de 2003 la injusta condena de los 75 prisioneros de conciencia, 60 de los cuales aún permanecen en crueles condiciones de prisión, la mayoría con salud muy deteriorada y sin recibir asistencia médica adecuada; mientras 12 con licencia extrapenal por motivos de salud pudieran ser regresados en cualquier momento”, explicaron en la carta.

“Ellos y nuestras familias estamos sometidos a la represión permanente y la tortura psicológica. Pero, por muy difícil que parece alcanzar un futuro luminoso, sabemos que las mujeres, con nuestra perseverancia y dignidad, podremos lograrlo”, agregaron.

Durante sus dos mandatos, no tomó acción alguna para proteger a las Damas de Blanco. Tampoco cuando estuvo a cargo de la entidad ONU Mujer, que se inauguró con ella al mando.

De modo que Bachelet expuso no solo su agenda personal sino a la ONU como organismo. Partiendo de la premisa que existe un organismo que discrimina de acuerdo al sexo, limitándose a uno de ellos, y que encima esa misma entidad no colabore con las mujeres que sufren activamente bajo dictaduras represivas.

Al contrario, Bachelet se reunió con los represores. Esto, en palabras de Berta Soler, “supone dar la espalda a los pueblos”.



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