Zapatero
José Luis Rodríguez Zapatero desnudó en Clarín su talante de operador político del madurismo. (Wikimedia)

Luego de la muy complaciente entrevista hecha por el diario bonaerense La Nación al exjefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, alguno de sus asesores debe haberle dicho que se pasó, por lo cual buscó una entrevista (esta vez sí, bien hecha, aunque probablemente con tantos detalles como si la hubiera hecho un periodista venezolano, a los que no se enfrenta) con el otro diario de renombre de la capital argentina, Clarín.

La entrevista al “mediador” entre Gobierno y oposición en Venezuela se convierte en un acto de desnudismo, porque aunque Zapatero se empeña en esconder sus posiciones, en tratar de mantener una posición “neutral”, esto mismo termina acercándolo, en forma y en fondo, a Nicolás Maduro, y dejarlo como lo que es: un taparrabo (diría su antecesor, también socialista español, Felipe González) de la dictadura venezolana.

A Zapatero, por supuesto, ni siquiera se le ocurre decir que una posible salida de la crisis sea que Maduro dé un paso al costado, que haga unas elecciones limpias y libres. Todas sus premisas parten de dos hechos: que el Gobierno es gobierno y no se plantea dejar de serlo, y que solo saldrá del poder por las malas, como en Siria, Libia o Irak; en el fondo, esos axiomas (que están presentes como superestructura de su relato) son los que lo delatan como operador de la dictadura de Maduro.

Cinco muestras de ello, a continuación:

1) “En Venezuela hay dos visiones contrapuestas”

“Es una sociedad donde hay dos visiones absolutamente contrapuestas de la historia, de lo que es el país”, señala Zapatero al explicar cuál es la raíz de la crisis. Esta es exactamente la tesis de aquellos que se han acomodado para convivir con la dictadura, como, por ejemplo, la “nueva oposición” de caras antiquísimas de la política venezolana, la mayoría de las cuales, por cierto estaban fuera de los focos desde hace dos décadas.

El planteamiento de Zapatero hace omisión de un dato fundamental: en Venezuela, una de esas “dos visiones” plantea sin tapujos el aplastamiento de la otra, y cada vez que la otra parte ha logrado espacios de poder, la han neutralizado por métodos absolutamente antidemocráticos. Esos métodos, por supuesto, han tenido que ser más abiertamente autoritarios en la medida en que el Gobierno ha perdido popularidad.

Zapatero explica esa posición del chavismo a partir de que, en 2002, “hubo un golpe de Estado (intento fallido contra Hugo Chávez). Bueno, a partir de allí cambian muchas cosas en Venezuela. Yo sólo digo que se repasen los nombres de la lista que apoyaron ese golpe de Estado”. El argumento también le sirve al mandatario para explicar por qué Henrique Capriles y Leopoldo López, los dos aspirantes opositores con mayor posibilidad de ganar, están, respectivamente, inhabilitado y preso; es porque complotaron, porque en 2002 intentaron tumbar a Hugo Chávez, cosa que por demás es, como mínimo, discutible.

Zapatero se hace nuevamente cómplice de la tesis oficial: el chavismo se ha radicalizado porque la oposición quiere derribarlo. Esta es la tesis que utiliza el redactor de Clarín para titular la entrevista: “Hay gente que complota, que quiere derribar a Maduro cómo sea”. Como si Maduro no se estuviera manteniendo en el poder, también, a cualquier costo, incluyendo la vida humana, la tortura y los presos políticos, todos los cuales no inquietan al exjefe de Gobierno español, como veremos más adelante.

2) Unas elecciones “muy singulares” pero lícitas

¿De dónde viene la legitimidad de Maduro, según Zapatero? “El problema es que la gente votó a Maduro en las elecciones pasadas (en mayo pasado, donde el Presidente fue reelegido con el 67% de los votos). Claro, en estos comicios no participó la oposición. Fueron elecciones muy singulares, ¿no?”.

Agrega el exmandatario: “Ahora, que el gobierno tenga el aparato del Estado, los poderes públicos que hacen sin duda una propaganda a favor de la candidatura del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), sí. Pero eso no determina una elección”.

Es decir, al igual que Maduro y el grupo que le rodea (y solo ese grupo), unas elecciones en las que no puede participar la oposición, en las que no se puede decir con ninguna certeza que los resultados sean los que el Consejo Electoral dijo, y que se programan para impedir reaccionar a la oposición, son “singulares”, según el “demócrata” Zapatero, que además se da el tupé de agregar que “si en estas elecciones (la oposición) hubiesen ido unidos, presentando un candidato, podrían perfectamente haber ganado, como pasó en el 2015”.

¿Qué pasó en 2015? La oposición ganó por avalancha la Asamblea Nacional. El brutal asedio institucional contra el Parlamento legítimamente electo ha derivado en una institucionalidad de cartón piedra, pero esto no molesta a Zapatero, que despacha la situación con ligereza, diciendo que “luego pasó todo lo que pasó con la Asamblea Constitucional (Constituyente)”.

Así, en un una frase, “luego pasó lo que pasó”, Zapatero resuelve un golpe de Estado que ha significado una fractura de la constitucionalidad. Pero hay que creerle su buena fe, porque, afirma, “yo soy una persona muy independiente. Con 57 años, he presidido un país, tengo unos profundos valores democráticos por la paz, y no voy a admitir ni una sola hipocresía”. Admite unas cuantas: sigamos viendo.

3) Un “demócrata” que se hace de la vista gorda ante los presos políticos y los muertos

Cuando el periodista le pregunta por los hechos del año pasado, Zapatero no solo antepone sin pudor los difusos “tres quemados de Altamira” que constituyen la hoja de parra del Gobierno, a los más de 130 muertos, en su inmensa mayoría, a manos de la represión; los miles de detenidos y los centenares de torturados por manifestarse contra el régimen de Maduro. “Cuando usted me habla de los 100 muertos le tengo que decir que yo viví aquello (…) Y eso, con las calles como estaban. Y logramos que se parara aquello. Allí hubo de todo”.

Zapatero “vivió aquello”, donde “hubo de todo”: si sabe algo que el resto de los venezolanos no sepamos, haría bien en decirlo. Si lo esconde, es cómplice de quienes lo hayan perpetrado. Sobre el cómo “logramos que se parara aquello”, fue a sangre y fuego, como lo es hoy en Nicaragua.

El fácil “yo viví aquello”, “yo he viajado 33 veces a Caracas en tres años”, se convierten en muletillas para tratar de tapar su creciente irritación, como hace notar el reportero de Clarín. Porque él “quisiera que no hubiera un solo preso” (pero no menciona que son presos políticos).

¿Por qué Zapatero se ha tomado tantas molestias con nosotros? “Porque cuando la violencia se desborda, ya no contamos centenares de muertos, sino miles (…) Por querer acabar con un gobierno que no te guste, podés acabar con un país. Este es el problema”.

Ese es exactamente el discurso del chavismo: se está acabando con un gobierno legítimo que no le gusta a algunos. Como si todo lo anterior no fueran razones suficientes para que ese gobierno “no guste”, ya no por una razón de estilos, sino porque ya, como atestiguan la ONU, la OEA, el Parlamento Europeo, Amnistía Internacional o Human Rights Watch, se está en presencia de un régimen abiertamente antidemocrático.

4) Están bloqueando financieramente al Gobierno de Nicolás Maduro

Aquí es donde con más entusiasmo Rodríguez Zapatero se convierte en un megáfono del régimen, como ya lo había hecho en la entrevista de La Nación. Porque como el Gobierno de Maduro “no gusta”, “en la hipótesis de que todas las críticas que le hacen a Maduro algunos gobiernos o algunos periodistas fueran ciertas, la respuesta no es, ni tampoco es lo que corresponde, aplicar sanciones, aislarlo, presionarlo y llevarlo a un bloqueo financiero más intenso que el que tuvo Cuba. Eso lo termina pagando toda la gente, con una economía como ya está de difícil”.

Es decir, la culpa de los problemas de Venezuela no la tiene la inepta y por tanto ruinosa política de Maduro, sino las sanciones. Agrega, ya hablando de los emigrantes venezolanos que plenan el continente y el mundo, que “en todos los países, cuando tienen una crisis económica grave se genera esa situación. España lo ha vivido. En Venezuela hay 4 millones de colombianos, desgraciadamente. En Argentina, cuanto tuvo la crisis del 2001, qué le voy a contar. En España intentábamos ayudar a los argentinos. Yo recibí a muchos argentinos en el 2001, 2002. Pero mi reacción nunca fue condenar a la Argentina, ni desear sanciones para que le fuera peor”.

Nuevamente: la culpa de la crisis es de las sanciones. Ergo, apoyar las sanciones es apoyar la emigración de los venezolanos, como mensaje a sus países vecinos. Pero Zapatero ni siquiera se cuestiona cómo en un país en estas condiciones, el mandatario es reelecto con 67% de los votos. En fin…

5) “Hay una obsesión con Venezuela”

Hacia el final de la entrevista, Zapatero señala, irritado (como indica el periodista), que no se ha hablado de Argentina ni de España, “solo de Venezuela”. Es muy obvio que por su posición de mediador, porque Venezuela es la única crisis humanitaria del continente americano, porque es un Gobierno sancionado, eso sería así. Pero para Zapatero, “esto me indica cuánta razón tengo. Me va a permitir decirle que hay una obsesión exclusiva con Venezuela”.

¿Por qué?, le pregunta el reportero. “No sé. Le doy muchas vueltas. Algunos dicen que quieren el petróleo de Venezuela. Para mí va más allá. Le estoy dando muchas vueltas”, indica el exjefe del Gobierno español. “Algunos” hablan de que Estados Unidos quiere el petróleo de Venezuela. Esos algunos son el Gobierno de Maduro y sus aliados del Foro de Sao Paulo, incluyendo, por supuesto, al papa Bergoglio, a quien Zapatero usa a lo largo de la entrevista, también, como justificativo.

No le dé más vueltas, Zapatero. Si parece dictadura, mete presa a la gente como dictadura, saca del país a sus habitantes como dictadura, reprime las libertades fundamentales como dictadura e impide las elecciones libres como dictadura, es una dictadura, por más que usted afirme que “hay mucha gente, la mayoría diría yo, que tiene una categorización y un prejuicio al que han contribuido la oposición por un lado, y también los errores del gobierno”. No sea usted tan farsante.

Y no se escude diciendo que usted “quiere evitar miles de muertos”, porque ni nadie lo llamó para la tarea, ni finalmente podrá evitar un carajo, llegado el momento (es más: ya no lo evitó), si es que sus intenciones alguna vez fueron sinceras. Lo que, honestamente, y luego de leer esta entrevista, se puede poner más en duda que nunca.

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