Apoyo de Piketty en campaña: inconsistencias de seguidores de Petro (Efe)

En el marco del pesado ambiente para segunda vuelta en Colombia, un revuelo particular se presentó en días recientes en las redes sociales.

El reconocido economista Thomas Piketty, autor del bestseller El Capital en el siglo XXI, escrito que puso a muchos a soñar con una supuesta prueba irrefutable de la relación entre capitalismo y desigualdad siempre creciente y, por lo tanto, con una supuesta reivindicación histórica del fracaso del pensamiento económico marxista, anunció su apoyo al candidato de la izquierda radical, Gustavo Petro.  

Lo que podría no haber pasado de una anécdota de campaña, se convirtió en cuestión de horas en un asunto, no solo de instrumentalización para cada una de las posiciones políticas, sino que reveló muchas creencias, no siempre tan evidentes, sobre los académicos y la verdad, los extranjeros y los colombianos, entre otras.

Era una anécdota más porque no es la primera vez que alguien reconocido apoya a un candidato y porque era obvio este respaldo y, además, no tiene explicaciones complejas. En la primera vuelta, el candidato de la coalición Colombia, Sergio Fajardo, fue apoyado por múltiples artistas, académicos e intelectuales.

No obstante, en ese momento, ninguno de esos respaldos atrajo tanta atención. Seguramente, en esta ocasión no pasó desapercibida por, por lo menos, tres razones. Primero, por la reputación del personaje. Segundo, porque no es colombiano. Tercero, por la polarización y radicalización, propias de estos días.

Además de que no es la primera vez, las mismas razones que podrían explicar la importancia que se le ha dado a este apoyo al candidato de izquierdas, son las que, en condiciones normales, no hubieran trascendido. Por un lado, Piketty escribió un libro apoyando políticas para la reducción de la desigualdad en el mundo y Petro tiene un programa que supuestamente busca eso mismo.

Así las cosas, era normal, comprensible que el primero apoyara al segundo. Por el otro, la razón es meramente cosmética: la palabra desigualdad está en el programa de Petro y a Piketty eso le llamó la atención. Punto. Piketty no es reconocido ni por ser experto en, ni un apasionado por, ni interesado en la situación colombiana. Su opinión es eso, una opinión.

Sin embargo, los seguidores del candidato radical Gustavo Petro inundaron las redes, demostrando un extraño orgullo por el respaldo. Es extraño porque muchos de esos seguidores, debido a las ideologías en las que creen, tienden a tener otras dos características.

Primero, son enemigos de cualquier intervención extranjera y consideran que todo lo que proviene de afuera es o un engaño o una forma de subordinación. Así que sorprende que en este caso estén tan entusiasmados de que un extranjero, nacido en un país “rico”, y cuyo conocimiento de Colombia es muy reducido, esté interviniendo.

Segundo, son críticos de la “sociedad de consumo”, de las preferencias de las masas. Seguramente muchos de ellos desprecian literatos, cantantes, bailarines, actores y demás porque son “construcciones comerciales”.

En últimas, consideran que lo que las mayorías prefieren son, en general, productos de menor calidad y valor que los de la “alta cultura”. No obstante, en este caso, decidieron usar precisamente el que Piketty sea un bestseller, producto comercial de esas masas, para supuestamente validar sus posiciones económicas.

Y esto nos lleva a otro problema de comprensión, algo raro en los seguidores de Petro. Confunden fama con otros atributos. Algo que pondría en problemas de coherencia a las creencias que defienden: si la fama demuestra algo más que lo que las mayorías prefieren, entonces no hay problema en la forma como se distribuyen los resultados.

Tanto economista por ahí que no es famoso (y que los seguidores de Petro desprecian precisamente por eso), lo es porque sus atributos (conocimientos, capacidades, habilidades) son menores que los que demuestra un personaje como Piketty. Y si se presenta en la economía, tendrá que presentarse en todas las demás disciplinas…y actividades. Así las cosas, la desigualdad no es sino el reflejo de una mejor dotación de algunos sobre otros.

Si no podemos estar de acuerdo con lo anterior, también tenemos que estar de acuerdo en que el que Piketty sea famoso no quiere decir que sea buen economista. Puede pasar, pero lo uno no implica necesariamente lo otro. Así las cosas, el orgullo no se explica.

De un lado, porque la fama es producto de esa sociedad de consumo que tanto critican muchos de los seguidores de Petro. Del otro, porque el respaldo de una persona famosa no necesariamente implica que lo que el candidato esté planteando es lo adecuado, ni lo mejor.

Simplemente, puede ser que a ese autor le guste ese candidato. Punto. Atribuirle otras características al respaldo es desconocer que así usted sea genio, tenga tres doctorados, una experiencia de décadas y hasta un premio Nobel no quiere decir ni que lo sepa todo, ni que todas sus acciones sean resultado de su amplísimo conocimiento.

Esas personas también tienen preferencias, son subjetivas, tienen antipatías y demás. Son seres humanos. No dejan de serlo. Por ello, también se equivocan, incluso en sus estudios. Así estos se vuelvan famosos…

Lo que nos lleva al último elemento que quiero resaltar. Algunos economistas colombianos comenzaron a cuestionar a Piketty pidiéndole argumentos para su posición. La respuesta de los seguidores del candidato radical, Gustavo Petro, fue desautorizar esas solicitudes, burlarse de ellas, aduciendo, primero, la fama del autor y, segundo, su nacionalidad.

Lo primero es absurdo. Si algo les digo a mis estudiantes es que ellos pueden – deben – cuestionar a los demás, así sean premios Nobel o personas muy reconocidas. Si no fuera por eso, no habría avance de la ciencia ni de las ideas. Pensar lo contrario es, además, una muestra de clasismo y jerarquía social que sorprende tengan los supuestos preocupados por la desigualdad y la pobreza, y defensores de la inclusión.

Lo segundo es inaudito. El que el autor sea francés no quiere decir que sea ni mejor ni intocable frente a los economistas locales. Así como una puede pensar que esos economistas, al ser colombianos, tienen intereses y que Piketty, al ser francés, es más “neutral”, también podría construirse el caso para demostrar completamente lo contrario: su desconocimiento del país lo inhabilitaría para saber qué es lo mejor para él, mientras que los otros han trabajado e investigado el contexto como para que su opinión sea, al menos escuchada.

Por último, pedirle explicaciones a un experto no debe ser interpretado como un ataque. Lo mínimo cuando uno usa su fama para hacer pasar sus preferencias por verdades reveladas y académicas, es que tenga los argumentos y evidencia para demostrar su punto bajo los criterios desde los cuales plantea la discusión. De lo contrario, resultan más valiosos, por lo transparentes y porque no se magnifican, los respaldos de cantantes o actores.

 

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