Colombia: la derecha que nunca hemos tenido (C)

Por Susana Osorio*

Después de la popular  y creciente “decepción (también conocida como  tusa, guayabo) electoral” en Colombia, expresiones como “hemos sido gobernados toda la vida por la Derecha de este país”, “la derecha nos tiene en la ruina” se convirtieron en el nuevo estribillo del himno nacional. Sin embargo y distante a lo que la mayoría repite, Colombia no ha tenido un Gobierno de derecha, las razones que justifican esta herejía serán expuestas a continuación:

En primer lugar, es importante tener presente que el concepto de “izquierda” o “derecha”  viene de Francia, al instalarse la Asamblea Nacional  del siglo XVIII que tenía la responsabilidad de redactar la nueva legislación, la cual daría origen a un nuevo régimen y definiría el futuro para los franceses. Con el paso de tiempo y a medida que los debates eran más frecuentes, los asambleístas se fueron ubicando en dos zonas del estrado, según la intensidad o deseo de cambio.

A la derecha (los girondinos) que apoyaban los cambios moderados y paulatinos, por ejemplo, instaurando un parlamento monárquico; en contraposición, los de la izquierda (jacobinos) deseaban un cambio radical y violento, de esta forma, pedían que desapareciera por completo la monarquía y se instaurara la República; tal era su afán, que sus métodos (y resultados) fueron terriblemente sanguinarios.

Ahora bien, desde el siglo XIX, el desarrollo se ha visto como resultado de las acciones de individuos o del Estado; en este sentido, la derecha cree que el principal motor de desarrollo son los individuos y eso involucra todas las relaciones entre individuos que pueden gestarse como ONG, Fundaciones, el tenebroso mercado e incluso, la Academia. La izquierda defiende al Estado como eje fundamental en el desarrollo y progreso de un país. Por supuesto, los matices existen y los diferentes espectros también. Por ello, con dos ejemplos prácticos ejemplificaré qué es ser de derecha.

Como acabamos de salir de la ola futbolera del mundial, menciono a Kolinda Grabar, la popular presidenta de Croacia, que dentro de sus banderas ha estado defender el aborto como un tema de salud pública, el estímulo de la libre competencia, la reducción de impuestos para personas naturales y empresas – a cambio de reinvertir en el capital humano-, la disminución del tamaño del Estado y el sueldo de sus políticos y la más controversial, el control de la inmigración. Finalmente, es curioso, que esta mujer es de las principales feministas liberales y por ende, opositoras de la ley de cuotas, ¿por qué? Porque defiende el mérito por sobre el sexo y distante a lo que muchos creen, sin ley de cuotas, Croacia ha aumentado la participación de mujeres en la economía y la política.

La segunda referencia alude a Margaret Thatcher, “la dama de hierro”, quien fui la primera ministra en Inglaterra entre 1979 y  1990 y una férrea defensora del libre mercado, la disciplina financiera, un firme control del gasto público y la reducción de impuestos,  ¿por qué? Porque tenía claro que el dinero del Estado, no era más, que la suma de todo lo que le había sustraído a sus individuos y estos últimos, eran más conscientes de lo que necesitaban que un grupo de burócratas que trabajaban eventualmente.

En ambos casos, sus sociedades experimentaron un crecimiento económico y una mejora en la calidad de vida, se crearon más empresas y con ello, más empleos formales, en conclusión: el país progresó y para ello, la necesidad de rodearse de técnicos y expertos en cada una de las materias. Un representante de la “derecha”, siempre va a privilegiar el comercio por sobre la guerra, la disminución de impuestos y del Estado, la libertad económica para emprender, pero también la libertad para decidir con quién casarse o cómo vivir.

Distante a lo anterior y regresando al circo de la política colombiana, ¿con qué nos encontramos? Con una nómina que prometía ser renovadora y técnica, pero que sin duda, tiene escándalos de corrupción, mal uso de recursos públicos, parapolítica, evasión de impuestos, (…) cuya autoridad será permanentemente cuestionada por la multiplicidad de alianzas con gremios y la concesión histórica de ciertos privilegios a cambios de “favores”;  orquestados por un político inexperto en política exterior y diplomacia, haciendo una gira fallida por Europa y Estados Unidos e invitando a la intervención en Venezuela, olvidándose que una guerra siempre es perjudicial para la economía.

Si a todo esto, le sumamos la política conservadora en los temas civiles (aborto, matrimonio igualitario, legalización de la droga, porte de armas, etc.) fácilmente llegamos a la conclusión que Ivan Duque y su séquito (partido, ministros,..) no son representantes de la derecha, sino del conservadurismo. Un verdadero liberal, es un defensor de la independencia del poder económico del político y esto, es lo que menos caracteriza al entrante gobierno.

Finalmente, lo más decepcionante es que se propaga con fuerza la idea del desastre económico y social de Colombia, por “culpa de la derecha” y es esta última, la que nunca hemos tenido.  Se ha ligado, la corrupción y el clientelismo al modelo económico y no, a los vicios de gobiernos conservadores que han pisoteado las reglas de una verdadera república.  Lamentablemente, la llegada de estos gobiernos, le da motivos a la izquierda para levantar mitos y odios en torno a lo que históricamente, ha sido el mejor remedio para combatir la pobreza: el libre mercado.

*Susana Osorio es politóloga y experta en relaciones internacionales. Es académica e investigadora en la Universidad de la Frontera en Chile. Anteriormente trabajó en la Fiscalía General de la Nación en Colombia.

 

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