Flemming Rose es un periodista y escritor danés que trabaja como investigador en el Instituto CATO, uno de los centros liberales más importantes del mundo.
Saltó a la fama en 2005, cuando su revista Jyllands-Posten publicó unas viñetas satíricas en las que se podía ver al profeta Mahoma. PanAm Post asistió recientemente a su charla en el Europe Liberty Forum de ATLAS Network, un evento celebrado en Copenhague. Estas fueron algunas de sus reflexiones clave.
¿Está bajo ataque la libertad de expresión?
Por supuesto que lo está. Pero, hasta cierto punto, es fácil entender que esto ocurra. Al fin y al cabo, la idea de que debemos ser libres a la hora de expresarnos es algo revolucionario que ha cambiado el curso de la historia.
¿Por qué ocurre esto?
El principio de la libertad de expresión molesta porque a nadie le gusta ser criticado y a nadie le gusta verse expuesto a opiniones que contradicen nuestros valores. Nuestras comunidades están acostumbradas a castigar a aquel que viola las tradiciones y las reglas.
Por eso reaccionamos cuando algo nos ofende, sea por motivos religiosos, por rivalidades políticas… Y, en consecuencia, tendemos a defender la censura. Hay, por tanto, una cierta predisposición natural del ser humano que nos empuja a silenciar lo que no nos gusta.
Por eso, la libre expresión y la tolerancia deben ser cultivadas. Son el resultado de la cultura, no de la naturaleza. Por eso, no es una herencia que recibimos sin más, sino una herencia que debemos defender continuamente.
Los enemigos de la libertad de expresión están en todas partes. Queremos “proteger la paz social” por encima de todo. Pero nadie puede definir el conocimiento de manera fundamentalista. El conocimiento siempre debe estar abierto al debate.
La disidencia, la herejía, la blasfemia incluso, no pueden ser eliminadas. Los fundamentalistas quieren destrozar todo aquello que vaya contra “su” verdad. Se creen en posesión de la verdad absoluta, no mayoritaria ni relativa, sino absoluta. No admiten duda alguna sobre sus posturas. Es la intolerancia del autoritarismo, del islam radical, de los regímenes comunistas… y debemos tener cuidado.
Ahora se habla de “regular” las “noticias falsas”…
La lucha contra las fake news supone recuperar mecanismos de censura dignos de las tiranías del siglo XX. Peor aún, ha calado la idea de que no debemos “ofender” a nadie.
Me preocupa esto. Suena bien de primeras, pero ¿qué constituye una ofensa? ¿No es acaso algo subjetivo? No podemos permitir que se cree una policía que nos diga qué noticias debemos leer o qué cuestiones deben ser descartadas por “ofensivas”.
Hay mucha gente que está convencida de que los gobiernos deben ejercer este papel
Seguro que muchas parten de una posición de honestidad y buenas intenciones, pero no se dan cuenta de que esto nos arranca la dignidad moral que tenemos como individuos y que nos otorga el privilegio de conocer distintas ideas y tomar decisiones por nosotros mismos.
Por este camino, nos convertimos en una especie de marionetas, de niños adultos que, por lo visto, son incapaces de tomar decisiones por sí mismos.
El reto es convencernos de que lo que tenemos que hacer es eliminar las prohibiciones y la censura, para ser capaces de alimentar una cultura social en la que se acepte la disidencia, se acepte la ofensa, se acepte la crítica y se entienda que, en el fondo, somos nosotros quienes debemos tomar decisiones.
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