
Se cumple la primera semana desde que Yanet Rosabal, de 14 años, fue sacada de su casa por la fuerza. Ahora las mismas fuerzas del régimen cubano que la agredieron y sacaron de su hogar no le permiten salir del hospital.
Se abre otro capítulo sobre el supuesto éxito del sistema de salud cubano cuando el tratamiento de los pacientes se ve entorpecido por el accionar policial que responde a “órdenes de arriba”, ya que el sistema de salud estatal está a merced de la voluntad del régimen.
Desde el baño del hospital, la madre de la menor grabó un testimonio de los hechos, ya que ella también está bajo constante vigilancia policial y ese es el único lugar donde tiene privacidad.
La menor se resistió a ser expropiada y terminó siendo asfixiada por la policía. Sigue hospitalizada bajo cuidados psiquiátricos, ya que cada vez que las fuerzas de seguridad la intentaban expulsar de su casa la menor optaba por intentar arrebatarse la vida.
Pese a que los especialistas ya le dieron el alta médica, las autoridades no le permite salir del hospital. Está bajo vigilancia policial, puesto que sigue determinada a volver a la casa donde nació y se crió. El problema es que ya no le pertenece a su familia.
“La Casa de Omar”, llamada así por su padre, donde habitaba la familia Rosabal y alquilaba habitaciones para turistas, fue expropiada por el régimen, luego de dos años de acoso contra la familia.
La primera acción contra los Rosabal fue la detención de Omar. Fue acusado de un crimen que no cometió y las testigos que declararon a su favor fueron apresadas para silenciarlas.
Este método es usual bajo el régimen de los Castro, pues permite la redistribución de la riqueza, una premisa básica del socialismo. Se apresa al propietario, pues luego de medio año de desocupación es válido el proceso de expropiación.
Por medio de una llamada telefónica, el tío de Yanet, hermano de Omar, Onésimo Rosabal, activista libertario, solicitó que la prensa “libre y democrática” informe sobre lo sucedido.
Omar sigue preso y su casa fue vaciada. La familia pide denunciar públicamente el robo de sus pertenencias. Esto incluye dinero, ropa y calzado que estaba en la vivienda cuando sus integrantes fueron removidos por la fuerza.
Pero los atropellos no se limitan a los vivos, también se ultrajó el sepulcro donde está enterrado Argelio Rosabal, padre de Omar, el primer propietario de la casa.
La propiedad le fue entregada por el comandante revolucionario Ramiro Valdés, luego que Argelio, pastor adventista, hizo una labor humanitaria, ayudando en el rescate de los comandantes que arribaron en el yate Granma, el Che Guevara, Juan Almeida Bosque, entre otros, luego que fueron dispersados durante el combate de Alegría de Pío.
“Yo quería mucho la revolución cubana pero hoy la odio“, dijo su viuda, madre de Omar, quien fue cocinera de Fidel Castro en Sierra Maestra, antes que este se declarase comunista y prometía luchar contra la dictadura del momento.
Ahora esta revolución apresó a su hijo, profanó la tumba de su marido, asfixió a su nieta y despojó a la familia entera no solo de su vivienda sino de su fuente de ingresos.
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