¿Hacia dónde va la crisis venezolana? Según el Gobierno, el país se encamina hacia “la derrota de la violencia de la derecha”. Lo dijo Aristóbulo Istúriz, uno de los voceros más conocidos del régimen de Nicolás Maduro, que ha resistido 80 días de protestas, que se cumplen hoy, y se encamina, según todos sus esfuerzos, a una Asamblea Nacional Constituyente, convocada de forma ilegítima, que neutralizará a la oposición y en muchos casos, lo hará recurriendo a penas de prisión.
Esa es la visión del Gobierno. Dice Sun Tzu: “Cuando seas fuerte, finge debilidad; cuando seas débil, simula fortaleza”. Lo cierto es que Maduro es hoy un gobernante acorralado, limitado a dos o tres espacios. Las concentraciones del chavismo son cada vez más esporádicas, y la Constituyente no logra entusiasmar ni siquiera al interior del movimiento oficialista. Internacionalmente, el escenario es de aislamiento; en lo económico, de dislocación
La oposición, en tanto, evalúa sus próximas jugadas. Desde la convocatoria a una “protesta nacional permanente” hasta una huelga general, que muchos han considerado insensata.
Lo cierto es que viene un mes de julio que será decisivo para Venezuela. ¿Dónde estamos parados hoy, domingo 18 de junio de 2017? Intentaremos describir lo que se ve en cinco áreas claves, y de ahí en más, pergeñar unas conclusiones.
En lo político
Aunque las protestas han decaído en los últimos días (producto natural, más que del cansancio, de la brutalidad de la represión del Gobierno, especialmente en las zonas que han sido más activas en manifestarse contra Maduro), nada hace prever que la tendencia vaya a mantenerse.
Este lunes hay una manifestación que la oposición prevé será gigantesca, para mostrar a la Organización de Estados Americanos (OEA), que se reunirá en Cancún, México, el tamaño del descontento en Venezuela. La oposición ha señalado también que muy pronto va a anunciar un esquema de “protestas permanentes”, que apunta al “cese del Gobierno”.
El Gobierno de Maduro, como ha dicho Henrique Capriles, le ha puesto fecha a la protesta ciudadana: no es otra que el 30 de julio, cuando se concretaría la Constituyente. Esto le da un sentido de urgencia a la manifestación que no tenía antes de que Maduro se lanzara por un camino que parece un despeñadero: encuestas confiables, que usa su Gobierno, y a las que PanAm Post tuvo acceso, le dan 85 % de rechazo a la Constituyente y solo el 12 % de aprobación a Maduro. Un apoyo que, por cierto, ha caído a la mitad este año.
Con esas cifras, y aún haciendo abstracción de las demás variables que se van a mencionar en este artículo, una Constituyente en la que el “20 % de la población imponga su forma de vivir al otro 80 %”, como ha dicho Freddy Guevara, luce inviable.
Parece inevitable, además, que este chavismo que hasta ahora se ha encogido, comience a fracturarse. Y los llamados de Maduro y de Diosdado Cabello parecen ir en este sentido: Maduro afirmó el sábado “yo soy el heredero de Hugo Chávez, nadie puede dudar de eso”, y Cabello señaló que “no hay nada más chavista que la Constituyente”. El discurso de la cúpula es netamente defensivo, terminando por el ritornello de Maduro quien afirma que “llueva, truene o relampaguee, la Constituyente va”. Pero comienza a haber brechas visibles, como las del audio filtrado al ministro de Agricultura, Wilmer Castro Soteldo.
La expresión de la fractura se hará más profunda en la medida en que se vea el carácter excluyente del mecanismo: Las cifras iniciales de “participación” (que todos sabemos son infladas) en la Constituyente, 54.000 personas, han sido rebajadas hasta los 5000. Ya a lo interno del chavismo se habla de “chavistas pendejos” frente a “enchufados”, los que tienen el apoyo del partido y del gobierno para participar en la Constituyente.
Esa profunda ruptura debe hacerse patente en los próximos días, como debe concretarse la deserción de un grupo indeterminado de diputados (se habla de entre dos y nueve), lo que rompería definitivamente cualquier intento del Tribunal Supremo de mantener la ficción del “desacato” de la Asamblea Nacional (aunque el TSJ intentará, sin duda, mantenerla).
En resumidas cuentas, Maduro decidió cabalgar, con la Constituyente, un tigre. Si se baja del tigre, este se lo come; si continúa montado (lo que hasta ahora parece ir decidiendo), viaja hacia un abismo. ¿Puede imponer una agenda con el 15 % de apoyo? El encuestador que da los datos cree que “si y solo si”, como dice la expresión matemática, con el respaldo de las bayonetas. De esto hablaremos más adelante.
En lo económico
La tormenta perfecta, de crisis política, económica y social, podría estallarle a Maduro y lo que va quedando de su régimen en el próximo mes: ¿cuánto tardará Venezuela en anunciar un default que ya ha venido haciendo por cuotas? Empezó por una moratoria con su propio pueblo, al que mantiene, desde hace dos años, sin alimentos ni medicinas; ahora se conoce que hay un default, también, con las deudas por compras de armas que hizo desde 2011 a la Federación Rusa (en los últimos cinco años Venezuela ha sido el principal comprador de armas a ese país); y está en período de gracia para responder a sus acreencias con la Corporación Andina de Fomento.
Todo esto, en un contexto en el que los precios del petróleo no solo no repuntan con los recortes que hace la OPEP, sino que tienden a desplomarse. Y en un entorno en el que las ventas de petróleo son 96% de los ingresos en divisas del país, ingresos que además han caído a la mitad en volumen exportado.
Si la situación a lo externo es calamitosa, a lo interno lo es mucho más: el bolívar ha perdido un tercio de su valor en lo que va de junio, y más del 90 % en el último año. El salario mínimo de un venezolano, hoy, es de apenas USD $8. La preocupación de los gremios de ganaderos y agricultores sobre el incremento del desabastecimiento de rubros primarios ha llegado a niveles de desesperación; y la solución del Gobierno, importar a través de su capitalismo de amigotes, parece imposible por la caída de los ingresos.
El Fondo Monetario Internacional acaba de emitir un informe en el que señala que los países vecinos a Venezuela deben estar atentos a una crisis migratoria, debido a la crisis económica que afecta al país. Mantiene sus terribles pronósticos para la economía venezolana: Inflación del 700 % y una caída del PIB, por cuarto año consecutivo, que puede alcanzar -7 %.
La economía venezolana se ha encogido en un tercio durante el mandato de Maduro. ¿Cuánto tiempo se puede sostener esto? La respuesta evidente parece ser: “no mucho más”.
En lo social
En la semana recién concluida se presentaron dos protestas importantes por falta de alimentos en los estados Vargas y Sucre, dos de los que solían ser más chavistas. Ambas fueron reprimidas con la misma ferocidad con la que la Guardia Nacional reprime a la disidencia política.
Además, el expediente negro de este cuerpo, y especialmente de quienes lo dirigen, siguió engrosándose con la vergonzosa actuación en El Paraíso, Caracas, que incluyó hasta el asesinato de mascotas.
El expediente de desnutrición es otro que sigue en crecimiento: cerca del 12 % de los niños ya la padecen, según Cáritas. Las escenas de gente hurgando en la basura o pidiendo comida ya son tan comunes que han dejado de escandalizar.
Y con los precios de los productos subiendo de 50 % en 50 %, con un ciclo de siembras que no se ha cumplido y con el gobierno que insiste en profundizar lo que ha venido haciendo hasta aquí, lo más probable es que la conflictividad social, en julio, tenga un sentido incluso más importante que la protesta política.
En los primeros días de junio, y según cifras del Ministerio de la Defensa a las que el periodista Javier Mayorca tuvo acceso, las protestas se incrementaron un 14 % en Caracas y 22 % en los Andes. 77 manifestaciones diarias en promedio ha habido en los últimos dos meses, y 3850 desde que se inició la crisis política en abril, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. No todas son protestas políticas: las protestas sociales van en aumento, destaca el reportero.
FUENTE: PAN AM
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