Análisis de la Fundación Ideas para la Paz sobre el compromiso de las Farc con el proceso de dejación de armas, a propósito de las armas del frente 48 que recientemente encontró el Ministerio de Defensa en una zona rural del municipio de Puerto Leguízamo.

La semana pasada el Ejército Nacional halló una caleta del frente 48 de las Farc, en zona rural del municipio de Puerto Leguízamo, Putumayo. En esta caleta, de aproximadamente 900 que en total tienen las Farc, había: 54 fusiles, seis ametralladoras, dos subametralladoras, tres lanzagranadas, tres morteros, 15 granadas, 100 kilos de pentonita, 200 minas antipersonal, 16.500 municiones, 3.600 detonadores, 32.500 metros de cordón detonante y 16.000 cartuchos.

Las reacciones no se hicieron esperar y, como era de suponer, no hubo un lenguaje común entre las partes. Con todo y esto, este hecho deja al menos cuatro consideraciones en las que hemos enfatizado desde la Fundación Ideas para la Paz (FIP) desde mucho antes de que el proceso de gestión del armamento iniciara.

Un riesgo anunciado

En la FIP hemos venido advirtiendo que los procesos de dejación de armas tienen el riesgo que no se entreguen todas las armas y, en cambio, sigan en circulación y se desvíen al mercado negro o se almacenen en depósitos clandestinos en caso de un rearme. En el caso de la caleta, esto cobra mayor relevancia pues se trata de zona de frontera, en la que otros grupos armados, disidencias, desertores y hasta reincidentes pueden tomar ventaja de estas reservas de aprestos militares.

A pesar de los protocolos, reglas de juego, mecanismos de rendición de cuentas, cronogramas, entre otros, establecidos en el Acuerdo Final, quedan sobre la mesa las siguientes preguntas:

¿La caleta es un montaje que busca deslegitimar el proceso?¿Esta caleta hacía parte de las 900 que las Farc reportaron para su extracción y destrucción o no estaba incluida? ¿Las Farc están mintiendo y planean conservar arsenales como reserva estratégica en caso de que la implementación falle? ¿El Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V) no está cumpliendo su labor eficazmente? ¿Hay problemas de comunicación entre las partes? ¿Los retrasos en el alistamiento de las zonas de concentración están generando temor y desconfianza, y esto ha llevado a que se oculte parte del armamento?

Entorno inestable

Como también lo hemos dicho en la FIP, Putumayo y la zona de frontera en general cuenta con altos niveles de fragilidad e inestabilidad por la convergencia de varios factores de riesgo.

Además de grupos criminales con alcance transnacional como “La Constru”, hay una alta concentración de cultivos de coca (21% del total del país), varias redes de intermediarios del narcotráfico están presionando para que esta economía criminal continúe, persisten varios corredores de tráfico ilícito de armas y drogas hacia la frontera con Ecuador, y no es claro el nivel de cohesión y unidad de mando del frente 48 de las Farc, ante posibles disidencias y desertores.

El descubrimiento de la caleta, gracias a información entregada por civiles –lo que indica que la ubicación de estas reservas no es del todo secreta–, se agrava por las variables mencionadas. Además, desde ya lanza alertas acerca de los riesgos, la estabilización y nuevos espirales de violencia en regiones de frontera, tema que no ha sido abordado de manera integral en este contexto de transición.

¿Se están incumpliendo los protocolos?

Aunque el hecho aún es materia de investigación, el descubrimiento de la caleta supone en principio el incumplimiento de varias disposiciones de los protocolos contenidos en el Acuerdo de final de Paz, de acuerdo con la información conocida hasta ahora.

Violaría al menos dos reglas del cese al fuego: el numeral 3 (“ocultar información que sea relevante para el funcionamiento del MM&V y la implementación del acuerdo de cese y dejación”); y el numeral 10 (“interferir en la labor del CI-MM&V frente a los procedimientos técnicos de registro, identificación, monitoreo y verificación de la tenencia, recolección, almacenamiento, extracción y disposición del armamento”).

Asimismo, constituiría el incumplimiento del protocolo sobre  suministro de información en la ejecución del CFHBD y DA, numeral 2.2., literal c: “las Farc suministrarán al CI-MM&V la información que el CI-MM&V considere necesaria para el transporte, registro, identificación, monitoreo y verificación de la tenencia, recolección almacenamiento, extracción y disposición final de las armas”.

Adicionalmente, implicaría el incumplimiento del cronograma de dejación de armas: el día D+10 las FARC entregarían al CI-MM&V las coordenadas de los depósitos (caletas) del armamento inestable (armamento deteriorado, minas, munición y explosivos de fabricación artesanal) y su destrucción entre el día D+10 y D+60. Hasta ahora sólo se sabe de la detonación de 600 kilos de explosivos en las sabanas del Yarí y las coordenadas empezaron a ser entregadas solo hasta el 1 de marzo.

Otras experiencias

El riesgo de descubrir depósitos clandestinos de armas no es exclusivo de este proceso de paz. Sin embargo, si se toman las medidas necesarias se puede evitar que comprometa el proceso de gestión del armamento y ponga en peligro el desarrollo del proceso.

Así lo demuestra la experiencia de Mozambique y Sudáfrica, que iniciaron un proceso conjunto de recolección de armas en la zona de frontera en 1995, denominado “operación Rachel.” Este se extendió hasta 2003 luego la localización de cerca de 611 caletas clandestinas de armas. Dicho proceso se llevó a cabo tras el fracaso de un proceso de desarme liderado por la Misión de la ONU en Mozambique (ONUMOZ) que hizo que aumentara la recirculación de armas en el mercado negro, especialmente en el límite entre los dos países.

En El Salvador, luego de la firma de los Acuerdos de Chapultepec de 1992, se encontraron 114 caletas con armas en perfecto estado pertenecientes al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que habían sido ocultadas en Honduras y Nicaragua. El objetivo de la guerrilla era contar con una medida de presión para conminar al gobierno a que cumpliera los acuerdos. En su momento el propio Secretario de la ONU en ese entonces, Boutros-Gali, admitió que el hecho se produjo por la incapacidad de la misión de ese organismo para verificar eficazmente todas las armas en poco tiempo.

En conclusión, mientras se conocen una respuesta oficial, queda en el aire estas y muchas otras consideraciones. Además de dejar mal parado al mecanismo de monitoreo y verificación, pone en duda el compromiso real de las Farc con el proceso, el cual, de paso, recibe otro golpe a su credibilidad. Valor sustantivo en estas etapas tempranas, en el que se deben mostrar victorias tempranas y tangibles.

Por: Eduardo Álvarez Vanegas, director del área de dinámicas de conflicto y negociaciones de paz de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y Daniel Pardo Calderón, investigador de la FIP.