El Centro Democrático (CD), el partido político que creó el expresidente de Colombia Álvaro Uribe al formalizar su rivalidad con su sucesor, Juan Manuel Santos, ha sido extremadamente disciplinado desde su llegada al Congreso en el 2014. Los miembros del CD, cuyas lealtades giran exclusivamente alrededor de Uribe, suelen votar en bloque según las directrices de su jefe político.

Ocasionalmente, el fervor que siente la bancada uribista hacia su líder trasciende la política. Por ejemplo, Paloma Valencia, senadora y precandidata presidencial del CD, exhibe en una pared de su residencia un óleo que presenta a Uribe, cuyo lema durante su primera campaña presidencial en el 2002 fue “Mano firme, corazón grande”, en forma del Sagrado Corazón, algo que le da un significado completamente nuevo al término “santismo” dentro de la política colombiana.

Aunque la devoción por Uribe es la fuerza que aglutina a los miembros del CD, al interior del partido hay varias tendencias ideológicas. Dentro de éstas, sin embargo, el CD se ha dividido durante la presente campaña para elegir al próximo candidato presidencial del uribismo. En términos generales, las dos grandes facciones son la de los simpatizantes de una línea conservadora y la de quienes prefieren una plataforma más socialdemócrata o progresista.

La mayoría de uribistas con tendencias socialdemócratas han apoyado al senador Iván Duque, quien arrancó la campaña como el favorito para representar al CD en las elecciones presidenciales del 2018. Como reacción, Fernando Londoño, exministro de Interior de Uribe y director del influyente programa radial La Hora de la Verdad, impulsó la precandidatura del abogado Rafael Nieto, un exviceministro de Justicia de Uribe con poco reconocimiento entre la opinión pública, pero cuya campaña ha tenido buena acogida entre las huestes uribistas conservadoras y escépticas frente a una candidatura de Duque.

Según le dijo al PanAm Post, Samuel Hoyos, congresista del CD, la pugna entre Nieto y Duque refleja la división entre los uribistas conservadores que están con Nieto por un lado y, por el lado “duquista”, personas que llegaron al partido tras ser miembros del Partido Liberal (como lo fue el mismo Uribe), exmilitantes de grupos de izquierda y hasta exguerrilleros.

¿Por qué surge la resistencia del CD a la candidatura de Duque?

A primera vista, un observador neutral podría pensar que los miembros del CD se entusiasmarían con la candidatura de Duque. Aunque llegó al Senado dentro de la lista cerrada que lideró Uribe en el 2014 (es decir, sin votos propios), Duque ha logrado buenos resultados en algunas encuestas.

Según la encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos publicada en mayo (un período arcaico para los propósitos de esta campaña), Duque ganaría una consulta entre los precandidatos del CD con una intención de voto del 23 %, superando al también precandidato centrista Carlos Holmes Trujillo por siete puntos y a Nieto por 15. Según una polémica encuesta de la firma Guarumo publicada este mes, Duque lidera la intención de voto entre todos los candidatos presidenciales con un 17,4 %.

No obstante, Duque sigue siendo un desconocido para grandes sectores del país. Según la encuesta de Cifras y Conceptos de mayo, apenas un 42 % de los consultados dijo conocerlo, un nivel bastante bajo para un candidato presidencial. No obstante, su reconocimiento público es muy superior al de Nieto, quien busca ser candidato a un cargo electo por primera vez en su vida.

En gran parte, la resistencia a la candidatura de Duque dentro del CD se debe a que él decidió virar hacia el centro con ciertas posturas y propuestas antes de haber obtenido oficialmente la candidatura, seguramente asumiendo que, con el fin de evitar el destino de Óscar Iván Zuluaga en el 2014, tendría que apelar a un electorado más allá del estrictamente uribista para ganar la presidencia. Por lo tanto, hizo énfasis en la “economía naranja” y moderó el discurso frente al acuerdo entre Santos y las FARC, proponiendo “corregir” ciertos puntos del documento final. Por otro lado, el sector uribista de línea dura apoya la propuesta de Fernando Londoño de “hacer trizas” dicho acuerdo. Duque, sin embargo, declaró explícitamente que su plan no incluye destruir por completo lo pactado con las FARC.

Tales posturas moderadas de Duque han causado suspicacia entre los uribistas que ya desconfían del senador por su pasado dentro del Partido Liberal, por su admiración hacia el magnate progresista húngaro-estadounidense George Soros y por su trabajo previo con Juan Manuel Santos, la bête noire del uribismo dada su traición al jefe máximo tras hacerse elegir con sus votos en el 2010. De hecho, Alicia Arango, jefe de debate de Duque, denunció en enero que los contrincantes del senador dentro del uribismo “están propagando temas como que Iván Duque es nombrado de Santos, que es el caballo de Troya, que es un infiltrado…”

Según Hoyos, entre los principales promotores de Duque en el partido están los senadores José Obdulio Gaviria, quizá el principal ideólogo del uribismo, y el académico Alfredo Rangel, dos consejeros de Uribe cuyos orígenes políticos están en la izquierda colombiana y que, tras su conversión al uribismo, llegaron al senado dentro de la lista cerrada que lideró Uribe en el 2014. Otro congresista del CD que apoya a Duque es Everth Bustamante, quien fue miembro del grupo guerrillero M-19.

Desde el punto de vista de Duque, el problema de contar con tales promotores es que ni Gaviria ni Rangel tienen muchos votos propios para aportarle en caso de que los necesite (Uribe aún no ha definido las reglas de juego para escoger al candidato presidencial de su partido en el 2018). El apoyo de Gaviria, Rangel y Bustamante, sin embargo, sí alarma a la derecha uribista, cuyos miembros atacan fuertemente a Duque en columnas de opinión y en redes sociales, tildándolo frecuentemente de ser “tibio“, “progresista“, “izquierdista” e inclusive una nueva versión de Santos; es decir, un socialdemócrata cuyo objetivo es hacerse elegir presidente por medio de Uribe para luego descartar sus políticas. Algunos recuerdan que, según Uribe, José Obdulio Gaviria fue quien lo “indujo a la equivocación” de admitir a Santos entre sus filas, error que quieren evitar a toda costa para el 2018.

Nieto suma el apoyo de políticos uribistas con votos propios

Hoyos, quien nunca se vio convencido por la campaña de Duque, le dice al PanAm Post que apoya a Nieto. Una de las razones que presenta es sintomática de los obstáculos que enfrenta Duque dentro del CD pese a su acogida por fuera de su partido. Nieto, explica Hoyos, fue un seguidor del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado (1919-1995), mientras que Duque no lo fue. Si la lealtad hacia un político asesinado hace 22 años es un factor en esta campaña, Duque está en serios problemas; en el 2017, solo puede presentarse como el devoto escudero del otro Álvaro, pero ni siquiera así está convenciendo a todos sus seguidores.

Según Hoyos, en la facción conservadora que apoya a Nieto se encuentran, junto a Fernando Londoño, la representante a la Cámara por Bogotá María Fernanda Cabal y Óscar Iván Zuluaga, exministro de Hacienda y excandidato presidencial del CD. Para fortuna de Nieto, tanto Zuluaga como Cabal son pesos pesados dentro del CD y cuentan con votos propios que, en teoría, le podrían endosar a un precandidato presidencial si Uribe se decide por una consulta entre los miembros del partido.

De hecho, según una fuente del PanAm Post cercana al Centro Democrático, la mayoría de los congresistas del CD ya están del lado de Nieto. Y Nieto también tiene el apoyo de líderes de opinión pro-Uribe como los periodistas Salud Hernández y Ricardo Puentes Melo. Los partidarios de Nieto son también cada vez más visibles en redes sociales como Twitter y Facebook. Entre mayo y julio del 2017, Nieto casi duplicó su número de seguidores en Twitter, pasando de 5.700 a más de 12.000 seguidores, el cual sigue siendo un número ínfimo para un candidato presidencial.

Al hablar con miembros del CD, la impresión que obtuvo el PanAm Post es que Nieto definitivamente está ganando ímpetu entre los uribistas mientras Duque se estanca. Según una fuente cercana a la campaña de Nieto, Duque “se está desinflando dentro del partido”. Aunque intentamos contactar a Duque para poder presentar su versión, no obtuvimos respuesta.

Un ejemplo reciente de por qué la campaña de Nieto se siente optimista fueron las fuertes críticas que recibió Duque dentro del uribismo por atacar la difamación y promover “debates de altura” a raíz del altercado digital entre Uribe y el columnista Daniel Samper Ospina. La impresión que dio el senador es que estaba asumiendo una posición neutral o que hasta criticaba a Uribe por haber insultado a Samper, quien desde el inicio denunció una calumnia en su contra.

Mientras tanto, Nieto y otros precandidatos uribistas impulsaron el inequívoco hashtag #YoApoyoAUribe:

https://twitter.com/RafaNietoLoaiza/status/886988300422197248/photo/1?ref_src=twsrc%5Etfw&ref_url=https%3A%2F%2Fes.panampost.com%2Fpanam-staff%2F2017%2F07%2F30%2Fduque-vs-nieto-partido-de-uribe%2F

El resultado: la campaña de Duque se vio obligada a publicar un comunicado “de respaldo al expresidente Álvaro Uribe Vélez”. En política, quien explica sus posiciones previas en público lo hace porque está perdiendo terreno.

Los retos de un candidato poco conocido    

A pesar del apoyo que ha obtenido Nieto por parte de importantes sectores del CD y de la creciente visibilidad de sus partidarios en redes sociales, el precandidato aún no despega en las encuestas. En la encuesta de Cifras y Conceptos, un 73 % de los encuestados dijo no conocerlo; tan solo un 5 % dijo tener una imagen positiva de él; mientras que un 22 % aseguró tener una imagen negativa de Nieto. Él asegura que su bajo nivel de reconocimiento puede ser positivo para su candidatura, ya que esto le permitiría buscar el apoyo de quienes se sienten frustrados por la situación política del país. Su reto es que, si se supone que los indignados votarán por él, primero tienen que saber que existe.

Por otro lado, la falta de experiencia electoral de Nieto lo puede llevar a cometer errores no forzados. Por ejemplo, la semana pasada escribió en Twitter que “la tarea de las Fuerzas Armadas no es hacerle caso al Presidente, es proteger la constitución”. Aunque el punto legal es válido, su manera poco delicada de expresarlo permitió que el abogado Rodrigo Uprimmy, sin duda un opositor del uribismo, acusara a Nieto de invitar “a romper control del poder civil al poder militar”. Tales descuidos pueden ser costosísimos en medio de una campaña presidencial.

El dilema de Uribe

La rivalidad entre Duque y Nieto apunta a uno de los grandes dilemas para Uribe al preparar a su partido para las próximas elecciones. El discurso tajante de Nieto le está ganando numerosos adeptos dentro del uribismo, donde, como en toda agrupación política, la mayoría tiende a reforzar sus prejuicios en los foros, eventos y debates internos, razón por la cual el radicalismo no es una mala apuesta para ganar una candidatura. Uribe, sin embargo, quiere ganar la presidencia y asume que, para lograrlo, debe mover a su partido hacia el centro del espectro político. Por lo tanto se ha rehusado a aceptar la apelación de “derechista” (a diferencia de Fernando Londoño) y hasta invitó al líder sindicalista y exvicepresidente (de Santos) Angelino Garzón a la última convención del CD.

En ese sentido, uno pensaría que, entre los precandidatos actuales, Uribe prefiere a Duque mientras que las bases del CD se están yendo con Nieto. Si Uribe llegara a escoger a Duque sobre Nieto sin una consulta transparente, sin embargo, correría el riesgo de que una porción significante de sus votos se fueran donde el exprocurador Alejandro Ordoñez, quien lanzó una candidatura independiente a la presidencia. Ordoñez busca concentrar el voto cristiano (del cual también hay dentro del uribismo) al abrir un frente electoral a la derecha de Uribe por primera vez en la historia.

En una conversación con el PanAm Post, el Senador Alfredo Rangel desestimó la posibilidad de una división dentro del uribismo, asegurando que el CD llegará unido a las presidenciales. Pese a tales pronunciamientos oficiales, sin embargo, lo único seguro es que los eventos de los próximos meses pondrán a prueba la unidad del uribismo. El país también tendrá un vistazo hacia el futuro de la centro-derecha colombiana en la era pos-Uribe.

FUENTE: PAN AM