El 2 de abril de 1982 las fuerzas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas en un intento de recuperar la soberanía que mantenía el Reino Unido. En las especulaciones del Gobierno militar se llegó a considerar que los británicos no se harían presentes para dar el combate o que Estados Unidos no “jugaría” en favor de la corona. Finalmente, se dio el peor escenario para los militares argentinos que fracasarían en su “gesta patriótica”.

La situación política doméstica que enfrentaba por entonces Margaret Tatcher, complicada por la etapa inicial de sus reformas económicas y con duras críticas a su gestión, le brindó la oportunidad única de un evento épico que remonte su aprobación por parte de la opinión pública y ambos países se enfrentaron en una guerra, que aunque los muertos caían en el frío del fin del mundo, las motivaciones políticas estaban en Londres y Buenos Aires.

Este aniversario reviste una importancia especial, con mucha actualidad, ya que hace tan solo unos días que los familiares de 90 argentinos caídos pudieron viajar al cementerio de Darwin tras el reconocimiento de los cuerpos.

La guerra inútil y el fervor nacionalista

Aunque el “Proceso de Reorganización Nacional” se hizo del poder en Argentina en 1976 con la supuesta necesidad de devolver la paz en el país, asolado por la violencia política y los ataques de la guerrilla, en los planes no existía nada relacionado con la intención de “recuperar” las Malvinas.

En las manifestaciones del primer presidente de la Junta Militar, Jorge Rafael Videla, las causas del Gobierno de facto se limitaban a la violencia interna, y no hay que ver más que las fechas de los desaparecidos o de los ataques guerrilleros para reconocer, incluso de la perspectiva de los que avalaron el golpe, que para 1982 ya no había motivos de su permanencia.

Sin embargo, Galtieri, tercer presidente del Gobierno de facto, se tiró a una aventura que, lamentablemente, contó con un fervor nacionalista pocas veces visto en Argentina. Una imagen vergonzosa de aquellos días, que quedará para la historia, fue la Plaza de Mayo colmada de argentinos que aplaudieron a un irresponsable que gritaba: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”.

Para decepción del sueño nacionalista, vinieron y el 14 de junio se terminó la aventura militar con la rendición argentina. Un día después, el mismo Galtieri que había presentado eufórico ante una plaza colmada, brindó una comunicación oficial televisiva donde confirmó la derrota. Allí reconoció la diferencia entre las posibilidades armamentísticas de ambos bandos y lamentó el apoyo de Estados Unidos a su histórico aliado, predecible para cualquier persona, menos para los limitados militares argentinos.

El primer aniversario con tumbas identificadas

A 36 años del conflicto, 214 familiares argentinos de 90 caídos en combate pudieron viajar a las islas para visitar el cementerio de Darwin, que por primera vez tenía las tumbas identificadas con los nombres de sus seres queridos. Desde 1982 esos espacios tenían la leyenda “Soldado argentino solo conocido por Dios”.

La identificación pudo realizarse gracias a la labor del militar inglés Geoffrey Cardoso, que tuvo la autorización de sus superiores para encontrar las identificaciones de los soldados argentinos, para que luego puedan ser identificados. Del lado argentino, el excombatiente Julio Aro fue uno de los responsables para que se lleve a cabo la tarea. Ambos militares, que lucharon en bandos diferentes, hoy son grandes amigos y fueron condecorados. Incluso los han nominado para recibir el Premio Nobel de la Paz.

“Desde el Estado damos un paso gigantesco porque venimos a cerrar una deuda con los familiares de los héroes de Malvinas. Siento mucha emoción, al fin en este cementerio afloró y celebramos la vida”, manifestó el ministro de Derechos Humanos argentino Claudio Avruj en la ceremonia conjunta realizada con las autoridades británicas la última semana.

La bravuconada kirchnerista

Hebe de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo y ferviente defensora de Cristina Fernández de Kirchner, dio la nota con un comentario deplorable. Para Bonafini, “los que participaron del conflicto bélico de Malvinas eran todos fachos”, menospreciando el hecho no menor que del lado argentino no habían exclusivamente soldados profesionales, sino que las fuerzas utilizaron a jóvenes conscriptos que estaban haciendo el servicio militar obligatorio (derogado luego por Carlos Menem, ya en democracia). Como si esa afirmación no fuese suficientemente vergonzosa, Bonafini dijo que “no debería haber vuelto ninguno” con vida. Sus dichos, lógicamente, generaron repudio.

Fuente: Panampost