Francia aprobó en 2012 una Ley contra la negación del genocidio armenio. De intención admirable y  constitucionalidad dudosa (inconstitucional la entendió el Consejo Constitucional Francés).  Está bien documentado que el propio Hitler tomó nota de la impunidad y olvido del genocidio armenio. Genocidio que Turquía censura y niega todavía por ley.

Creo que la Asamblea francesa honrará algún día –hoy lejano– la memoria de las víctimas del genocidio de La Vendée. Lejos la República Francesa, a diferencia de Turquía, de censurar y proscribir la mención del crimen revolucionario propio. Pero son mayoría en academia –e intelectualidad– quienes lo minimizan, relativizan y justifican.

Ofendió a la intelectualidad izquierdista que Reynald Secher aplicará a la Vendée el término genocidio. En un libro que descarta exageraciones partidistas. Reduce el número de víctimas a su real dimensión. Y demuestra la intención declarada y prácticas genocidas.

Si lo admitimos como genocidio, la Vendée fue el primero de edad moderna. Como primero del siglo pasado fue el armenio. El siglo XX tiene algunos genocidios admitidos como tales. Entre ellos, el holocausto judío por el nacional socialismo alemán. Y el holodomor ucraniano por el socialismo soviético. Hay más en el siglo de los 100 millones de víctimas del comunismo –suma de genocidios que la izquierda quiere negar– Siglo cuyo último genocidio fue el extermino del 75 % de los tutsis de Ruanda –unas 800 mil víctimas– por el gobierno Hutu en 1994.

El año pasado Tsipras, Iglesias y Mélenchon nos mostraban la defensa del estalinismo tras la máscara antifascista –atacaron el reconocimiento a la memoria de las víctimas de los totalitarismos nacionalsocialista alemán y socialista soviético en Estonia– para resistirse a la equiparación moral de crímenes del nacionalsocialismo alemán y el socialismo soviético. Primer paso hacia negar los segundos. El Parlamento Europeo acordó honrar la memoria de las víctimas del holodomor en 2008.

En 2010, representantes de la Federación Rusa, con apoyo de socialistas de toda Europa, logran poner en duda el término genocidio para el holodomor en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en Estrasburgo.

Totalitarismos socialistas fueron la mayoría de los genocidas del siglo XX. Se buscó escabullirlo definiendo genocidio en forma que excluyera casi todos los crímenes masivos de totalitarismos socialistas “de izquierda”. Teatro de tres actos: Empieza por negar que fueran socialistas los totalitarios nacionalsocialistas del Tercer Reich –y sus aliados del muy socialista y totalitario fascismo italiano– Sigue estableciendo el mito del omnipresente (en el presente) ubicuo y todopoderoso fascismo al acecho. Cierra con la atribución del genocidio única y exclusivamente al mítico fascismo intemporal. Exculpando de sus crímenes genocidas al totalitarismo socialista soviético. Y sus equivalentes.

Pero con la adopción de la Escuela de Frankfurt como nueva ortodoxia el marxismo actual se sobrecarga de “sujetos históricos” a los que exculpar. “Re-significaron” y simplificaron el tema racial –víctimas ya homogenizadas por los sacerdotes de “la historia” no podían subdividirse por su cuenta  racialmente entre víctimas y victimarios. Pero lo hicieron– y lo de Ruanda les resultó inexplicable. Prefieren que sea olvidado mientras ven la forma de tergiversarlo.

Genocidios olvidados, negados y manipulados tenían que abundar en un mundo en que son aliados los herederos ideológicos y políticos de genocidios pasados, de los perpetradores de genocidios presentes. Y de quienes aspiran a genocidios futuros. No faltarán genocidios en el siglo XXI. Incluso genocidios inexistentes para atribuirlos a quienes derrotaron marxismos alzados en armas. Pero también genocidios reales, sangrantes e incómodos para la izquierda. Sobre los que la prensa y una patética  intelectualidad occidental –la siempre hipócrita cómplice del totalitarismo– prefiere hoy nuevamente mirar a otro lado.

Antisemitismo y eugenesia racista  eran muy populares entre “progresistas” de la primera mitad del siglo XX. Los que miraron a otro lado ante los genocidios de ese siglo. Ante todos, mientras ocurrían. Y luego de ocurridos, siguieron mirando a otro lado únicamente ante genocidas de izquierda. Condenaron genocidios nacionalsocialistas –que en su momento ignoraron olímpicamente– Siguen hasta hoy justificando al resto de genocidas socialistas. Negando o minimizando sus crímenes.

El primer gran genocidio del siglo XXI ya ocurrió. Las víctimas fueron cruelmente perseguidas y exterminadas por ser quienes eran. Por ser lo que eran. Por no ser lo que no eran, ni querían ser. Ocurrió ante la pasiva complicidad de prensa y política occidental. Mirando a otro lado. El 81% de los cristianos de Irak ha desaparecido.

De los sabeos el 94% fue exterminado –junto al 20% o más de los yazidíes que sin ser cristianos compartían el no ser musulmanes– En Bagdad había 600 mil cristianos. Quedan menos de 150 mil. Fue un genocidio. Uno de los peores crímenes del efímero Califato de ISIS. Numerosos templos y lugares cristianos fueron destruidos. La Iglesia de San Jorge, la iglesia caldea de la Virgen María y la iglesia armenia de Mosul.

El Califato destruyó cientos de viviendas cristianas. Derribó campanarios y cruces. Asesinaron en masa, violado y torturado en una campaña de exterminio contra cristianos. Y todo no musulmán. E incluso lo que para ellos fuera mal musulmán. La intelectualidad, la prensa y los políticos occidentales, miraron a otro lado. Apenas hay cristianos –o yazidies– entre los refugiados recibidos en Europa como desplazados.

Ayaan Hirsi Ali, sí entendió y denunció que ISIS adelantaba una “guerra contra los cristianos” para exterminarlos del Medio Oriente. Ante el genocidio consumado, únicamente Hungría comprometió apoyo para que -tras la derrota de ISIS– los cristianos no desaparezcan de tierras bíblicas.

En cuanto a quienes miraron a otro lado; a quienes negaran, minimizaran y justificarán mañana (a criminalización de víctimas y victimización de criminales), este genocidio es como los del siglo XX. Y no podía ser de otra forma. Hoy la aspiración totalitaria islamista radical es vista por el socialismo como aliada en su odio común a la civilización occidental. Y al capitalismo.

Fuente: Panampost