Las noticias nos han llegado a través de las vías que el periodismo de investigación ha encontrado para desarrollarse tirando de un hilo que apunta al agujero negro. Un trabajo exhaustivo sobre 11,5 millones de documentos internos del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca, realizado durante un año por un equipo de más de 370 periodistas de un centenar de medios de 76 países.
El Confidencialy La Sexta han sido en España los encargados de difundirlo. Ellos han puesto nombre a destacados defraudadores fiscales.
Entre lo que califican de “personalidades”, hay 140 políticos de 50 países, incluidos jefes de Estado actuales o pasados, varios de ellos dictadores. Y una serie de famosos por sus actividades profesionales como Leo Messi o los hermanos Almodóvar. La esposa del ministro Arias Cañete, de la familia Domecq. La hermana del rey Juan Carlos, Pilar de Borbón, aparece como presidenta de una sociedad panameña durante 40 años. Ése es un dato relevante: la cantidad de familiares y amigos de otros grandes prebostes que figuran en los papeles de Panamá. Primos del dictador sirio Al Assad, hija del primer ministro chino, un hijo del derrocado presidente egipcio Mubarak, amigos de la infancia de Putin, el padre del presidente británico David Cameron, el secretario del rey de Marruecos, entre otros. Como si las sociedades pantalla utilizaran también relaciones pantalla. Con toda su cara y su firma vemos también al primer ministro de Islandia, al nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, o al que fuera de Ucrania. Al Rey de Arabia Saudí –tan amigo de las autoridades españolas– o al jeque catarí accionista de El Corte Inglés.
Llama la atención el tratamiento dado por la prensa a tan inquietantes noticias. El quiosco español se ha empecinado en destacar ¡A Putin! y El País, además, a Venezuela, llegando ya a inspirar una patética ternura. Aparentemente es el único que ha reparado en que aparece ese país a través del que fuera jefe de Seguridad de Hugo Chávez. Pero es que La Nación de Buenos Aires no ha destacado hasta por la mañana el nombre del presidente del país, Mauricio Macri, dando mucha mayor relevancia en la información a un secretario de Kirchner, la anterior mandataria. La BBC no subraya tampoco a papá Cameron. La mítica televisión británica sufrió duros ajustes y controles con la llegada del actual presidente a lomos de la mayoría absoluta, habían sido independientes por encima de sus posibilidades.
Tenemos pues de un lado a quienes eluden o evaden impuestos y del otro la cobertura de alguna prensa demasiado implicada y entrampada que resta el derecho a la información a los ciudadanos. Pero lo básico es conocer qué implica la existencia de los Paraísos Fiscales y cómo funciona el mecanismo para calibrar sus consecuencias reales.
“La codicia alimenta las inversiones especulativas en detrimento de la economía productiva. Y para que el sistema funcione se han creado unas herramientas imprescindibles que permiten la fuga de capitales y favorecen el fraude, la corrupción y la evasión fiscal. Hablamos de los paraísos fiscales —también llamados centros offshore o extraterritoriales—, zonas abiertas a recibir capitales de todo el mundo (sin que importe su procedencia) que no se someten a ninguna (o prácticamente ninguna) tributación. En ellos reina el secreto bancario y sirven tanto para albergar el dinero que procede del narcotráfico o del terrorismo como para camuflar malversaciones y otras actividades mafiosas, derivadas de lo que se ha dado en llamar “ingeniería financiera”. Acogen a sociedades instrumentales mediante testaferros, y su existencia se muestra imprescindible en los numerosos casos de corrupción que aparecen constantemente en la prensa”. Así lo explicaba Lourdes Lucía en Reacciona, el ensayo español más vendido en 2011 y que junto al Indignaos de Hessel tuvo enorme influencia en el 15M.
“Más de un quinto (23%) de todos los depósitos bancarios del mundo se halla en los paraísos fiscales”, añadía la economista Ángels Martínez Castells. “Entre 11 y 13 billones de dólares en capital extranjero y patrimonios de todo tipo están escondidos en islas como las Caimán, las Islas Vírgenes, las Cook, pero también la isla de Man, en las costas británicas. Casi el 50% de las transacciones financieras transfronterizas mundiales pasa por ellos (las Islas Caimán son el quinto centro bancario del mundo). De hecho, una estimación cautelosa calcula que las fugas de capitales a los paraísos fiscales suponen que los Estados dejen de ingresar entre 250.000 y 300.000 millones de dólares anuales. Es el gran robo organizado, a gran escala. Y consentido”, explicaba.
Ninguna alerta sirvió para frenar este negocio, consentido en efecto. La crisis de 2008 se les fue de las manos a quienes manejan los hilos del capitalismo. La quiebra de Lehman Brothers y, en cascada, de todo el sistema financiero, les obligó a decir que iban a tomar medidas. “Es el principio del fin de los paraísos fiscales”, repitieron, “vamos a refundar el capitalismo”, clamaban con energía. Lo cierto es que nos “refundaron” a los ciudadanos para que pagáramos sus excesos. La segunda cumbre del G20 (Londres, abril 2009) se puso a la tarea. En una semana lo hizo la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos que agrupa al 70% del mercado mundial. ¿Cómo? Quitó de la lista negra… a todos los países que albergaban paraísos fiscales. Y habilitó listas grises. En la «gris oscura» colocó a 36 Estados, incluidos Uruguay, Costa Rica, Filipinas, Malasia Andorra, Gibraltar, Liechtenstein, Barbados, Liberia, Bahamas, Bahrein, Belice, Bermudas, Islas Caimán y ¡Panamá! En la «gris clara» situó a Austria, Bélgica, Brunei, Chile, Guatemala, Luxemburgo, Singapur y Suiza, por ejemplo. Las listas de colores se comprometían a “intercambios de información suficientes como para situarse en la parte gris”. Y todos tan contentos.
Cualquier asalariado puede constatar que cada uno de sus movimientos bancarios es inmediatamente registrado. En cambio esto no ocurre con las grandes fortunas. Son múltiples los mecanismos de los que disponen, tanto de elusión como de evasión de sus capitales y obligaciones fiscales. Hay una parte legal en estas actividades, aunque moralmente reprobable. Tampoco es solo una cuestión ética, consagra la desigualdad y los privilegios. Cuanto dejan de pagar estos afamados compatriotas nos obliga al resto a restringir servicios esenciales. Una clave es preguntarse quiénes hacen o inspiran las leyes en este degradado sistema. A quién benefician: el famoso Cui Prodest de la justicia. Mossack Fonseca de Panamá es una de las principales firmas, pero no la única. Sociedades pantalla para poner distancia entre tu dinero y tú, para desvincular el dinero del inversor de los fines a los que se aplica. Los centros offshore no preguntan la procedencia, conviene insistir. Y la opacidad puede amparar desde el fomento del terrorismo al tráfico de armas y personas.
El primer ministro de Islandia, ese país que cae y se levanta, que yerra y castiga, es requerido para que dimita. En España no sabemos nada. “Mossack Fonseca ayudó a españoles a ocultar su patrimonio en paraísos fiscales. Al menos 1.200 sociedades, 558 accionistas, 166 clientes intermediarios y 89 beneficiarios con dirección postal española aparecen en los documentos secretos de la firma panameña”, informa El Confidencial. Arias Cañete, el español más votado para el Parlamento Europeo como candidato del PP, tiene mucho que contar acerca de las actividades empresariales familiares, altamente en entredicho desde hace tiempo. ¿Y los Borbones? ¿Qué hacía la hermana del rey Juan Carlos con una sociedad pantalla?
Una sociedad víctima de la injusticia social contempla entre indignada y atónita los flecos que va conociendo de lo que llaman “el sistema”, y que otros menos correctos políticamente calificamos de gran estafa organizada y amparada. Si llega a saberlo con rigor, porque para eso se precisa información honesta de cuanto le atañe y afecta. De nuevo ha sido el esforzado periodismo de investigación el que ha documentado esa ventana abierta a la que muchos no quieren ni mirar.
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