Hoy, 1 de abril, Colombia y Argentina salieron a las calles y marcharon. Como se ya había hecho en el país cafetero en el pasado contra las Farc, el pueblo se pronunció masivamente y le dijo a este gobierno que no lo respalda, que no es legítimo y que desaprueba su corrupción y sus pactos con los grupos terroristas de iziquierda.
En Argentina fue al reves, millones salieron a respaldar a su presidente y a decirle que lo apoyaban en su misión de cerrarle las puertas a la corrupción y al fracasado socialismo proveniente de Cuba y Venezuela.
En Colombia:
Aún ante las críticas de unos cuantos por marchar sabiéndose ya algo de la tragedia en Mocoa, cientos de miles decidieron salir a la calle. Los lamentables sucesos en el sur del país no podían frenar lo que era una acción masiva por un bien supremo de toda la patria, el de defender la democracia, las instituciones del Estado y el futuro de Colombia. Y así se hizo.
Colombia se pronunció. La protesta que fue organizada por estudiantes, gremios y sectores políticos como el uribismo y parte del conservatismo, tuvo una participación masiva en todas las principales ciudades del país, especialmente en Medellín, donde el expresidente Uribe estuvo presente con algunas de las personas más cercanas a él.
Colombia no se calla, el país necesita levantar su voz de protesta contra los altísimos niveles de corrupción a los que ha llegado, y para evitar a como de lugar que el castrochavismo que hoy tiene sumido en la miseria y el desabastecimiento al hermano país de Venezuela, se apodere de Colombia.
En Argentina:
Por otro lado en el sur del continente, el pueblo la tiene clara. Levantar su voz de protesta ante las políticas regresivas de la expresidenta Cristina Fernández que llevaron al país a una difícil situación económica y política, y respaldar al actual gobernante Mauricio Macri en su idea de devolverle a las empresas privadas y a las personas la capacidad adquisitiva que permitan sacar a la Argentina de la recesión en la que la dejaron tantos gobiernos seguidos de izquierda.
Dos marchas diferentes, Una a favor de un gobierno y la otra en contra pero ambas con los mismos objetivos: defender la democracia, proteger más instituciones y blindar a sus países contra el castrochavismo venezolano y cubano.
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