José Antonio Kast, anuncia que si el recientemente elegido gobierno de Brasil cumple su palabra, Bachelet terminará presa por corrupción. (Fotomontaje de PanAm Post)

Con Jair Bolsonaro al mando de Brasil y el expresidente Lula Da Silva preso por corrupción, el diputado y ex candidato a la presidencia de Chile, José Antonio Kast, anuncia que “llegó la hora de Michelle Bachelet“.

Pues así como tuvo que dimitir la sucesora de Lula, Dilma Roussef, por sus vínculos a redes de corrupción, si se consolida el nombramiento del juez Moro como ministro, podría decretarse el fin de la complicidad entre los mandatarios afines al Foro de Sao Paolo.

El mayor agravante es que el mismo juez, Sergio Moro, que lideró la investigación contra Dilma es candidato para ministro de justicia del nuevo gobierno de Brasil.

“El triunfo de Jair Bolsonaro, tan resistido por la izquierda chilena, ha abierto una luz de esperanza para conocer la verdad sobre el eventual financiamiento de campañas políticas chilenas desde el extranjero”, alega Kast en una columna de opinión.

“Aun cuando en toda Latinoamérica decenas de funcionarios y autoridades han sido juzgados y sus redes de corrupción descubiertas, en Chile ha pasado poco y nada”, agrega.

Luego explica que las futuras autoridades del gobierno de Brasil proponen acuerdos de cooperación internacional para investigar “delitos de corrupción y también facilitan el intercambio de información”, lo que califica como “un paso determinante para la justicia chilena”.

Y es que destaca como problema no solo el accionar de Bachelet, sino cómo la justicia chilena, pese a tres años de investigación, “y pese a la escasa, pero importante evidencia, no se ha citado a declarar a la exmandataria chilena, ni a su círculo de confianza que manejó su campaña presidencial”.

Adicionalmente, Kast denuncia que Lula aterrizó en Chile en un jet privado el 26 de noviembre de 2013, auspiciado por el conglomerado de empresas más grandes Brasil (OAS) para dar una charla sobre Latinoamérica y economía a un grupo de inversionistas.

Sin embargo, alega que ese no fue el motivo principal del viaje, sino que fue a brindarle su apoyo a Bachelet en la reelección presidencial.

Lo mismo sucedió más de tres años después con la sucesora de Lula, Dilma Rousseff. Se reunió con Michelle Bachelet en Chile. Pocos meses después, Rousseff sería destituida por el Congreso brasileño y poco supimos de lo que se trabajó en ese encuentro.

En cuanto a las incriminatorias, Kast sostiene que está comprobado que en la campaña presidencial de Bachelet se montó una fábrica paralela de facturas irregulares de honorarios dirigida por Giorgio Martelli y asesores directos de ella y que incluso amigas de ella participaron.

Tampoco se sabe cómo el excanciller Heraldo Muñoz ingresó las donaciones en dólares que llegaron aboro de un yate.

Uno de los casos más escandalosos se conoce como Caval, donde se acusa al hijo de Bachelet, Sebastián Dávalos, de tráfico de influencias. Kast acusa al palacio de gobierno La Moneda de estar “involucrada en la estrategia legal y comunicacional”.

De modo que si el futuro gobierno de Brasil cumple su promesa, podría, por primera vez en la historia, ser procesado un presidente de Chile.

Cabe resaltar que actualmente Bachelet desempeña el cargo de Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Desde ahí, se comprometió a vigilar la gestión de Bolsonaro; quien a su vez le tendrá a ella bajo vigilancia.

Kast resalta que espera la cooperación de la prensa, incluso la que simpatiza con la izquierda, para visbilizar los hechos, en lugar de ser cómplices al ocultarlo; como ha sido hasta ahora.

“Llegó la hora de conocer toda la verdad, caiga quien caiga”, concluye.



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