A días de una victoria del peronismo unido en el Consejo de la Magistratura, Kirchner criticó el sistema republicano de Gobierno. (Twitter)

El Gobierno de Mauricio Macri recibió una alerta importante. La oposición dividida, de la que se benefició desde que asumió el poder en diciembre de 2015, dejó ver una luz de sentido común y ganó un puesto fundamental. Todos los sectores peronistas, incluyento al kirchnerismo, al massismo y al espacio de los gobernadores provinciales, juntaron sus firmas y lograron quitarle a Cambiemos un lugar clave en el Consejo de la Magistratura. El órgano encargado de promulgar y remover a los jueces perderá una silla oficialista, que será ocupada por el peronismo.

Hasta la semana pasada, las bancas “políticas” de Cambiemos en el organismo eran ocupadas por el radical Mario Negri y el macrista Pablo Tonelli. La unidad peronista le quitó el espacio al miembro de la UCR y Tonelli quedará en compañía de la massista Graciela Camaño y el kirchnerista Eduardo Wado de Pedro.

A un año de las elecciones, sin duda la jugada comenzó a quitarle el sueño al oficialismo. Macri vio de forma explícita el daño que le podría llegar a hacer a su reelección la unidad justicialista. Sin embargo, el pánico duró poco.

En la jornada de ayer, Cristina Fernández de Kirchner reapareció con un acto público y, además de volverse a mostrar como la referente más importante de la oposición, volvió a tirarse hacia la izquierda. Lo hizo de la manera más burda, como si estuviese en el apogeo del ciclo del “socialismo del siglo XXI”, ya en franca decadencia en la región.

Durante su exposición, donde arremetió contra “el neoliberalismo“, la exmandataria, aliada de Chávez y Maduro, criticó impunemente el sistema republicano de Gobierno. Para Cristina, la división de poderes es un sistema vetusto que debería ser sustituido.

No hace falta ser un prestigioso analista político para advertir que estas declaraciones no hacen otra cosa que aislarla de un peronismo con sueños de mayoría y ansias de volver al poder. Si bien estas declaraciones caen bien en su núcleo duro, sin dudas la alejan de cualquier armado con expectativas de ser gobierno el año próximo.

Complicidad Kirchner-Macri: el antecedente de 2015

Más allá de las intenciones, lo cierto es que Cristina Kirchner ya “jugó” para Mauricio Macri. Incluso fue la persona que tomó las decisiones más importantes como para hacerlo presidente. Más allá de generar un desencanto total entre los votantes de Macri, Kirchner se dedicó a boicotear la formula peronista encabezada por Daniel Scioli.

La elección de Carlos Zannini como candidato a vicepresidente y el apoyo a Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires fueron dos episodios claves para convertir a Macri en jefe de Estado y a María Eugenia Vidal en gobernadora. Si en lugar de armar las candidaturas con personajes repudiados por el electorado hubiera dejado que el peronismo postulara a personajes más “pasables”, otra sería hoy la historia. Seguramente el Partido Justicialista estaría gobernando (y haciéndose cargo de los desajustes del kirchnerato).

Esto no indica que el deseo de Kirchner era que ganara Macri. Pero sí confirma que le resultaba preferible el triunfo de Cambiemos al de un peronismo que no le respondiera. Cada vez que una renovación justicialista se impuso, el caudillismo anterior dejó de ser un factor de poder. Eso mismo le hizo Duhalde a Menem, y también se lo hicieron los Kirchner a Duhalde. Cristina no estaba dispuesta a sufrir ese escenario y prefirió perder con fórmula propia a que ganara un peronismo independiente de su poder.

Hoy, sobre todo después el episodio del Congreso de la Magistratura, es claro que si el peronismo se une, Cambiemos estará en problemas. Pero claro, para que se produzca la unidad del PJ, Kirchner tiene que dar un paso al costado. Con esta insistencia de ser la referente de la oposición, y con discursos como el de ayer, Cristina, como en 2015, sigue jugando para Macri.



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