Debate de expertos: Matamala versus Melnick (Em)

Esta premisa, polémica o discriminatoria para muchos, resume muy bien la paradoja en que se encuentra Chile: siendo el país más liberal de América Latina, el que mayores cambios en la calidad de vida ha logrado en los últimos años, y después de pasar por una dictadura de casi dos décadas, sería lógico inferir que la mayoría de chilenos respaldaría ampliamente los partidos ligados a la centro-derecha.

No obstante, el aumento constante de militantes progresistas, que rara vez han “padecido” aquello de lo que se quejan, podría ser objeto de estudio.

Ahora bien, el reciente debate que envolvió a dos líderes de opinión del país: Sergio Melnick y Daniel Matamala, en torno a la publicación de este último en la Tercera, donde criticaba a los empresarios chilenos, tildándolos de mediocres, facilistas y de “no soltar la teta” por no aumentar sus inversiones en innovación o virar hacia productos con valor agregado, develan el reduccionismo de un importante número de la población, a la par de recordarnos la necesidad de educar económicamente a todos los chilenos:

Innovar no necesariamente implica virar hacia los productos con valor agregado. Innovar también supone nuevas formas de producción o comercialización, que sean más amigables con el medio ambiente, que reduzcan los costos; en pocas palabras, que sea más eficiente.

Matamala ignora por ejemplo, que decidir no emprender en un negocio o sector no significa ser “facilista” o “no soltar la teta”, en ocasiones la razón que justifica tal decisión es que el costo de producción o las utilidades después de impuesto, no superan las que se tiene en el presente y por ende, no resulta rentable o tentador alterar el status quo.

Adicionalmente, invertir en productos terminados también supone ser consciente de la alta obsolescencia de los mismos, por lo que los precios serán variables y la competitividad creciente. En contraste, las materias primas por ser un insumo necesario para su elaboración, siempre serán solicitadas a unos precios constantes o menos fluctuantes.

La ventaja comparativa también implica que habrá expertos en materias primas, así como también en manufactura y otras áreas de la economía. Aprovechar esa ventaja significa mantener la especialización, reducir las barreras comerciales e incentivar a otros a competir. No es un defecto ser un productor de materias primas, porque así como se necesita de las otras industrias, también se necesita de la unidad más básica de toda la producción; el defecto sería hacerlo mal y Chile ha mejorado mucho y seguirá haciéndolo.

El segundo argumento que el periodista lanzaba era “nuestro listado de grandes actores económicos es una letanía de apellidos vinosos criados en un puñado de colegio”. Sin embargo, lo que parece ser más un resentimiento ignora varios logros contextuales e individuales: en el más reciente estudio publicado por la OCDE, se logra evidenciar que Chile es el país donde el 25% más pobre tiene más oportunidades de llegar a pertenecer al 25% más rico, lo que significa que nuestra movilidad social es mayor que la de los países “ejemplos” como Dinamarca o Luxemburgo.

Matamala y muchos, parecen ignorar que no basta tener capital económico para tener éxito, se necesita de una idea pertinente que la sociedad valore y la inteligencia o la creatividad es un don repartido al azar, sostener entonces que la inteligencia se concentra en unos cuantos apellidos, es reduccionista y mentiroso.

En esta misma línea, el presentador de CNN olvida que él mismo es testigo de lo anterior, se identifica como de clase media pero pudo ingresar a la mejor Universidad de América Latina (Pontificia Católica de Chile) y a una de las mejores del mundo y de Estados Unidos (Universidad de Columbia). ¿En cuántos países podría lograr esto? El abanico de oportunidades que ha tenido, juntamente con las decisiones individuales que ha tomado, lo han llevado más lejos que donde comenzó y eso, es movilidad social.

El último argumento que utilizó estuvo orientado a cuestionar la participación de mujeres en los directorios de las empresas. Al respecto, debo decir que otorgarle al género la supremacía para definir idoneidad de una persona a un cargo, por encima de su preparación, experiencia o disponibilidad resulta humillante, precario y constituiría una declaración pública de que el único mérito de una fémina es ser mujer.

La imposición de cuotas limita la libertad de los individuos a contratar a quienes quieran y nos alejaría de ser ese país “innovador” que Matamala cree, que deberíamos ser.

Finalmente, así como “estudiar 3 meses con los mejores economistas del mundo en la Facultad de Negocios de la Universidad de Chicago” no es suficiente para entender cómo funciona el mundo económico, no hacerlo, no significa no entenderlo.

Muchos han estado años a los pies de grandes maestros sin comprender ni un ápice de la profundidad de su contenido y otros, con pocas palabras o demostraciones, comprenden rápidamente. No es el mucho o poco tiempo que una persona pueda estar expuesta al conocimiento, sino la experiencia de que lo adquirió.  

El mundo está lleno de genios que nunca han pasado o se graduado de una universidad (Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckenberg) pero tienen opiniones educadas y asertivas; así como también está lleno de mediocres con títulos. Ojalá fuera más frecuente la combinación del genio con la preparación académica, pero sin duda, ambos no son sinónimos ni excluyentes.

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