Hay demasiado alarmismo con respecto de la posible presidencia de Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera, quien ha trabajado duro para posicionarse como líder de la región y al país con él, ve de alguna manera que un líder de un país como Brasil, con más de 300 millones de habitantes, puede fácilmente tomar el timón del barco sudamericano.
En este contexto, el gobierno de Sebastián Piñera, en su segundo mandato, busca de alguna manera reafirmar ese liderazgo regional, que fue y ha sido modelo de desarrollo cada vez que un país lo ha aplicado de verdad. Sin embargo, se comenta que ese liderazgo ahora pasaría no solo a Brasil, sino que sería personificado por Jair Bolsonaro.
Politólogos como Cristóbal Bellolio, de la Universidad Adolfo Ibáñez, plantea que “El objetivo de Piñera es fortalecer la posición de Chile como líder de la democracia liberal en la región. Pero que este liderazgo -de este mundo de derecha que se levanta contra la corrupción e ineficiencia del socialismo- lo represente Bolsonaro, es un problema para Piñera, que es mucho más moderado“. En este sentido, pese a que a Bellolio no le gusta para nada Bolsonaro y tiene sus razones, reconoce que este último podría ser el nuevo referente latinoamericano gracias a su lucha anti corrupción.
Patricio Navia, politólogo y profesor de la U. de Nueva York, sugiere que “los planes iniciales del Presidente de trabajar junto a Kuczynski y Macri en un frente común del sur a favor del mercado, son inviables, por lo tanto necesita nuevos aliados. “Bolsonaro podría ser uno, pero esa relación genera bastante incertidumbre”.
En esta declaración no solo está reconociendo que Macri ha desperdiciado vez tras vez su oportunidad de convertirse en el referente necesario para combatir la corrupción y guiar a la región hacia una democracia más libertaria, sobre todo por su obstinado keynesianismo, sino que con la renuncia de Kuczynski, Chile se quedó sin pares reales con los cuales trabajar por ese objetivo liberalizador a nivel regional.
Navia cree que Piñera por ser moderado tiene dos opciones, la primera es ser una especie de mentor de Bolsonaro y que lo modere con respecto a lo civil mientras que se suma a su lucha anti corrupción, lo cual le granjearía a Chile y a Piñera mismo, la cualidad de líder que es capaz de suavizar a alguien que se espera sea extremo en sus posturas y por lo tanto habrá conseguido mantener cierta paz en la región y la segunda opción es que se distancie de Bolsonaro porque inevitablemente este se convertirá en un Duterte sudamericano y una amistad con él debilitaría su supuesto liderazgo.
Como sea, la coincidencia es que el liderazgo de Bolsonaro parece inevitable. La pregunta es, si es tan odiado y resistido, ¿cómo podría convertirse en líder si nadie lo va a seguir en la región? ¿Acaso hay algo en lo cual un personaje como Bolsonaro pueda liderar y ser imitado por otros países?
Un líder tan resistido como Bolsonaro, difícilmente podría ser caudillo de algo, a menos que estuviera haciendo las cosas bien.
Mejor dicho, si Bolsonaro se convierte en el líder de la región y varios analistas concuerdan con que así podría ser, será porque su conexión con la ciudadanía es más grande que los ataques de la prensa contra él, será también porque en esa conexión se dio cuenta de las prioridades de la gente entre las cuales no se encuentra mantener a un grupo de políticos parasitando y en completa impunidad como ocurre en Chile, donde la corrección política mantiene libre y sin siquiera una amonestación a varios políticos incluyendo a Michelle Bachelet a quien Piñera ha mantenido en su condición de intocable.
Bolsonaro tendrá oposición y Brasil, uno de los pocos países que efectivamente ha encarcelado a sus políticos corruptos, a diferencia de Chile, si puede ocupar su oportunidad para posicionarse como catedrático regional en la solución de problemas reales de la población.
Con propuestas como liberalizar la economía para aumentar sustancialmente el crecimiento y disminuir la pobreza, además de restaurar la seguridad pública, lo cual es un lastre para la prosperidad, también disminuir considerablemente el tamaño del Estado, eso sin contar su fuerte inclinación a perseguir la corrupción hasta las últimas consecuencias, lo que seguramente implicará a más de algún político activo, sobre todo de izquierda.
Eso es poner las prioridades de las personas por sobre las sensibilidades progresistas del momento que tanta prensa tienen, pero que tan poco representan a la gran mayoría que solo quiere vivir en armonía, seguridad y en libertad.
Los dichos poco pulidos de Bolsonaro dan lo mismo, si a la hora de gobernar es capaz de poner el bien común por sobre sus preferencias y el equilibrio de poderes en Brasil hará el resto para mantener las libertades civiles intactas, no su asociación con un presidente como Piñera.
Lo más increíble de todo el fenómeno Bolsonaro, es que hasta la izquierda sabe que se transformará en un líder regional, porque al igual como ocurrió en Chile, las políticas de libertad económica siempre funcionan y aún con sus defectos son la mejor oportunidad de salir de la pobreza.
Con solo reordenar las prioridades, Bolsonaro logró conectarse con esa mayoría silenciosa. No basta con condenar a Maduro en Venezuela, como hizo Piñera, no basta con decretar que se quiere crecer, pero seguir asfixiando a los que crean riqueza. Gobernar no es caerle bien a todo el mundo.
Entonces, esas diferencias entre la tibieza de Piñera en lo doméstico, frente a la fuerte orientación de Bolsonaro, claro que puede cambiar el liderazgo regional. Quizás si Piñera vuelve a considerar las prioridades de las personas que construyen Chile dio a día en vez de cuidarse de no caerle mal a la izquierda, puede llevar a Chile por el verdadero rumbo del desarrollo, sin complejos progresistas, con verdadera libertad económica y civil, y es posible que así, Chile y su presidente, vuelvan a ser el referente regional que hasta Bolsonaro quiera imitar.
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