Del renombrado periodista Daniel Coronell se conocen dos facetas en Colombia; la primera es la del calumniador monotemático que dedicó toda su vida personal y profesional a tratar de destruir a Álvaro Uribe Vélez a punta de falacias, versiones sin confirmar, falsos testigos y afirmaciones de las que después se ha tenido que retractar en la Fiscalía. La otra faceta es la del empresario socio del extraditado narcotraficante Justo Pastor Perafán y uno de sus testaferros, con quienes incluso fue propietario de la productora NTC.

Daniel Coronell es un periodista mediocre, los aires de investigaciones arduas y serias que le imprime a sus columnas, nunca traen pruebas contundentes ni logran convencer a los organismos judiciales para iniciar pesquisas en contra de los supuestos hechos denunciados por él. Al contrario, para la fiscalía ya son monótonas y carentes de credibilidad y validez todas las acusaciones lanzadas durante más de 14 años seguidos contra Uribe y su familia, por parte del exsocio de la mafia.

Coronell es un periodista sin ética, ha pasado, sin problema alguno, de hacer pactos y ser cómplice de la excongresista y delincuente condenada Yidis Medina, a tratar de destruir no solo el buen nombre de sus enemigos a como dé lugar, sino también el de sus hijos y demás familiares.

Para el exsocio de Perafán no hay límites, su odio personal contra quienes piensan diferente traspasa todo límite moral y ético. Daniel Coronell no es un columnista crítico que denuncia y desenmascara políticos corruptos, es una persona que escribe siempre enceguecida por el rencor, la rabia y la impotencia de no poder lograr nunca sus objetivos destructivos.