HARARE.- El dictador Robert Mugabe, de 93 años, renunció como presidente de Zimbabwe, una semana después del golpe de Estado que lo sacó del poder y cuando el Parlamento se disponía a expulsarlo formalmente con un juicio político.

El veterano líder renunció con una carta que hizo llegar durante una sesión extraordinaria al Parlamento y que leyó el presidente del legislativo, Jacob Mudenda.

«Yo, Robert Mugabe entrego formalmente mi dimisión como presidente de la República de Zimbabue con efecto inmediato», leyó Mudenda bajo los aplausos de los legisladores.

El Parlamento de Zimbabwe se había reunido para darle el tiro de gracia al dictador en un juicio político que le iba a quitar el cargo de manera definitiva, una semana después del golpe que lo sacó del ejercicio del poder efectivo.

El partido oficialista ZANU-PF presentó una moción para impugnar al presidente, secundado por el partido opositor MDC. Aunque no se sabía cuánto podía demorar el juicio, su destino estaba sellado y se estimaba que la salida sería el miércoles.

El ZANU-PF inició el proceso de impeachment contra Mugabe después de que su Comité Central votó a favor de destituirlo como líder del partido y designó en su lugar a Mnangagwa. Esta decisión podría permitir que el ex vicepresidente asuma la jefatura de Estado de manera interina, al menos hasta las elecciones previstas para el año que viene.

Lejos de tener un perfil de demócrata, sin embargo, Mnangagwa fue durante décadas el encargado de la mano dura en el gobierno de Mugabe, con una reputación de astuto y despiadado que le valió el sobrenombre de «Cocodrilo».

La controvertida primera dama de Zimbabwe, Grace Mugabe, se estaba posicionando para suceder a su marido, liderando una facción del partido que produjo la destitución de Mnangagwa, líder de la otra facción y potencial rival en la sucesión.

La perspectiva de una sucesión dinástica alarmó al ejército, que la semana pasada confinó a Mugabe a su casa y persiguió a los que describió como «criminales» entre sus allegados.

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