Ayer Haití amaneció con sus banderas a media asta, pues estaba previsto que el exfuncionario haitiano Klaus Eberwein se presentara ante la Comisión de Ética y Anticorrupción del Senado de este país para declarar contra la Fundación Clinton por las supuesta apropiación de las donaciones internacionales. Pero no pudo ni podrá, ya que hoy se cumple una semana sin respuestas desde que apareció su cuerpo sin vida, con un disparo en la cabeza, en un motel de Miami.

La controversia surge debido a que Eberwein iba a declarar contra la exprimera dama y excandidata presidencial Hillary Rodham Clinton. Menciono de entrada el apellido de soltera, ya que tanto la familia Clinton como la familia Rodham tienen vínculos en Haití. A través de la Fundación Clinton se recaudaron miles de millones de dólares para ayuda humanitaria en la isla caribeña, lo que el fallecido sostenía es que la ayuda no llegaba. Por el momento se habla de suicidio. Sin embargo, surgen inquietudes, ya que no es la primera vez que un denunciante de las irregularidades de los Clinton aparece sin vida. De hecho, sus mayores críticos aducen que ya superan los 100.

Durante las últimas elecciones presidenciales de EE. UU. tanto la embajada de Haití como la torre de Trump se colmaron de haitianos que protestaban contra la corrupción de los Clinton, invitando a los votantes de EE. UU. a reconsiderar su voto, exponiendo el daño causado por los Clinton a Haiti, pues no se limita únicamente a Hillary.

Según el artículo titulado El Rey y la Reina de Haití, publicado en la revista Político: “No existe un país que ilustre con mayor claridad el nexo entre el Departamento de Estado de Hillary Clinton y la fundación de Bill Clinton que el vecino más pobre de EE. UU., Haití”. Pero el activista haitiano-americano Josepth Mathieu, entrevistado en medio de una protesta por la plataforma independiente WeAreChange, sostiene que Haití no es un país pobre, sino un país empobrecido. Declara que tiene reservas de petróleo equiparables a las de Venezuela, arroz para alimentar a su gente y oro. Por eso aclara que uno de los hermanos de Hillary, Tony Rodham, está a cargo de una mayor mina de oro en la isla y posee un contrato por 26 años, también vincula al hermano a la importación de arroz desde su estado natal hasta la isla.

En su defensa, Rodham dijo para el periódico The Washington Post: “Soy una persona muy exitosa por mérito propio. Recaudo dinero para mucha gente. Eso es lo que hago básicamente”. Lo dijo en respuesta a acusaciones de nepotismo, pues se le otorgó la concesión de la mayor reserva de oro en la isla, luego de que —junto a sus socios— planteara un proyecto de reconstrucción de viviendas por un valor de USD $22 millones con fondos de la Fundación Clinton. La concesión de la mina de oro ocurre luego de años a la espera que el gobierno flexibilice sus leyes mineras, ya que fue gravemente cuestionado el impacto ambiental de estas. Otra acusación que pesa contra la familia es que presionaron al gobierno de turno para que facilite dicha aprobación legislativa con el objetivo de poder recaudar más dinero.

Asimismo, durante la presidencia de su esposo Bill, pasó medidas que beneficiaban al estado de origen de ambos: Arkansas. De ahí salía, y aún sale, el arroz subsidiado por los impuestos de los estadounidenses, hacia Haití y exige a cambio que se importe en la isla caribeña con rebaja de impuestos hacia el exportador. Pero lo cierto es que Haití produce arroz. Por ende no es un bien cotizado.

En el 2010, en la segunda década de la adopción de esta medida, el expresidente Clinton se disculpó por la medida ante el Comité de Relaciones Exteriores, recalcando cuánto daño hizo —y aún hace— esta política corporativista. Esto lo denuncian refugiados haitianos que radican en EE. UU., entre ellos Ninaj Raoul, líder del centro de Mujeres Haitianas por los Refugiados Haitianos (HWHR), en una entrevista en la plataforma de noticias Democracy Now, de tendencia centro-izquierda. Declara que como Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en lugar de regularizar la situación de los refugiados haitianos, mantuvo a cerca de 5.000 haitianos detenidos en centros migratorios para no dar mala imagen durante su campaña presidencial. Es decir, miles de familia se quedaron sin poder trabajar ni recibir los frutos del trabajo de sus seres queridos detenidos. Sostiene que el colapso del sector agrario y la sobreimportación de arroz causó estragos, no solo económicos sino de salud, pues hay índices sin precedentes de diabetes vinculados a la cantidad y a la calidad del arroz importado.

Cuando el expresidente se arrepintió, recalcó un punto importante, cuando países ricos quieren ayudar a los pobres con frecuencia erran. Aquí cabe aclarar conceptos comúnmente confundidos, y lo que tan mal nombre le da al capitalismo de libre mercado. Políticas como las que adoptó Clinton se asumen como libre mercado, cuando no hay nada más alejado de la realidad práctica y teórica. Para comenzar, usó subsidios estatales para la producción del arroz.

Luego otorgó privilegios, generando así un monopolio artificial. Tercero, por medio de la presión estatal hizo exigencias a las autoridades de Haití, lo que hizo que este quedara en desventaja. Cuarto, al ser subsidiada la industria agraria con impuestos, el socio inversor pasa a ser el ciudadano estadounidense, no obstante, no es quien se lleva la ganancia ni es quien toma la decisión, es decir, esto se hace sin su consentimiento. Quinto, y no menos importante, no fue un intercambio entre partes, donde individuos llegan a un consenso, sino un pacto entre mandatarios con los debidos monopolios que eso conlleva. Libre mercado sería que un agricultor/productor de un país llegue a un acuerdo con otro de manera voluntaria; que el productor invierta sus propios recursos y, por ende, se lleve las ganancias, no sin antes beneficiar al receptor/comprador con el producto solicitado.

Pero eso solo es parte del impacto de los Clinton. Cabe recordar cuando la isla fue azotada por el terremoto catastrófico del 2010 que cobró más de 316.000 vidas en Haití, de acuerdo con las cifras del gobierno, 230.000 en el primer año. Hillary era Secretaria de Estado de EE. UU. y su esposo Bill era enviado especial para Haití de la ONU. Con la industria y agricultura devastadas el país se volvió dependiente de donaciones internacionales que ni siquiera se concretaban; al menos eso sostenía el fallecido Eberwein.

De acuerdo con Klaus, el 0,6 % terminaba en manos de las organizaciones haitianas. El 9,6 % lo hacía en gobierno de turno, y el 89,8 % —es decir, unos 5.400 millones— se desviaban a organizaciones no haitianas. Por este motivo, Eberwein tenía que comparecer este martes ante la Comisión de Ética y Anticorrupción del Senado de Haití, pero una semana antes de hacerlo se suicidó en Miami de un disparo en la cabeza, según la policía.

Según confirmó el jefe de la comisión, el senador Evalière Beauplan, al primer periódico que publicó la noticia sobre la muerte del funcionario haitiano, The Miami Herald: “Eberwein estaba programado para aparecer el martes ante la Comisión de Ética y Anticorrupción del Senado de Haití. La comisión está investigando la administración de los fondos de Petrocaribe, el dinero que Haití recibe del programa petrolero con descuento de Venezuela”.

Es decir, si las afirmaciones de los activistas son ciertas, y en efecto Haití tiene tanto petróleo como Venezuela, este país está tanto a la merced de sus políticos corruptos como de las presiones de gobiernos externos que se aprovechan de esa vulnerabilidad, como es el caso venezolano, que compró con petróleo el voto de varias islas caribeñas, entre ellas Haití, para evitar ser sancionada por la OEA. O sea que no hay capitalismo de libre mercado, sino clientelismo.

Para los críticos acérrimos de los Clinton, fue la denuncia a este sistema de negocios que le quitó la vida a Klaus Eberwein, pese a que el reporte indica que fue suicidio. Lo cierto es que hay múltiples suicidios y muertes sospechosas en torno a la exfamilia presidencial, pero ningún medio reconocido ha podido verificar que la familia está vinculada con dichas muertes, como sucede al momento con el fallecimiento del funcionario haitiano. No obstante, su muerte repentina abrió la puerta hacia las atrocidades cometidas en la isla que no solo no han sido pocas, sino que tampoco han terminado. Haití todavía está devastada y los Clinton siguen, a pesar de la autoría de la ONU, incapaces de rastrear los miles de millones recaudados para la isla caribeña.

FUENTE: PAN AM