De nuevo el polémico concejal de Medellín, Bernardo Alejandro Guerra, aparece para dar declaraciones con las que busca posar de decente y mostrar sus supuestas preocupaciones por el presente y futuro de la ciudad, y no sus verdaderas intenciones.
En las últimas horas Guerra propuso demoler el edificio Mónaco, símbolo histórico del Cartel de Medellín y del poder que ejerció Pablo Escobar durante los 80 en Antioquia. Las razones que da el concejal, es que este se ha convertido en un atractivo turístico para locales y extranjeros y rememora la imagen del capo colombiano. La realidad es muy diferente: lo que Bernardo Alejandro busca es eliminar de la historia de la ciudad y del recuerdo de sus habitantes, las relaciones que su padre Bernardo Guerra Serna, tuvo con la mafia antioqueña, sus bacanales en la hacienda Nápoles y en el edificio que ahora pretende destruir, sus viajes con el extinto capo, su enriquecimiento desmedido gracias a los dineros de la droga y su permanencia por varias décadas en el congreso de la república gracias a los votos que Escobar le aseguraba.
No ha sido nunca un secreto y ha sido ventilado en múltiples medios la estrecha relación que hubo en los años 80 y principios de los 90 entre el líder liberal, Bernardo Guerra Serna, padre de Bernardo Alejandro Guerra, y Pablo Escobar; al punto de realizar ambos amistosas reuniones en la cárcel La Catedral cuando el capo paisa se encontraba recluido allí, y a la que el exsenador entraba como Pedro por su casa en compañía de su hijo, hoy concejal de la capital antioqueña, y quien lucha incasablemente por borrar el pasado de su padre.
La doble moral de Bernardo Alejandro es absoluta, mientras se muestra indignado porque turistas posan para fotografías frente al edifico Mónaco, trata de ocultar que su padre, más que posar frente a este sitio, lo que hacía era visitarlo con frecuencia para mantener siempre vigentes sus relaciones con el peor criminal en la historia del país.