Una vez más, las estimaciones de las Naciones Unidas sobre los cultivos de coca en Colombia son substancialmente menores que las estimaciones del gobierno de Estados Unidos, pero ambos llegan a la misma conclusión: que el cultivo de coca ha aumentado en los últimos dos años, dado que a los productores se les están ofreciendo más incentivos y con menores riesgos.

La publicación anual de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) sobre cultivos ilícitos en Colombia (pdf) estima que los cultivos aumentaron un 39 por ciento, pasando de 69.132 hectáreas (ha) en 2014 a 96.084 ha en 2015. En 2014 hubo un aumento de cerca del 43 por ciento.

Bo Mathiasen, representante de la ONUDD en Colombia, dijo que este país cultiva actualmente más coca que Perú y Bolivia juntos. El informe de la ONUDD señala que el potencial de producción de cocaína en Colombia en 2015 fue de 646 toneladas métricas, un 46 por ciento más con respecto a las 442 que se estimaron en 2014.

En comparación, las cifras del gobierno estadounidense consultadas por InSight Crime en mayo de 2016 estiman que el cultivo de coca en Colombia en 2015 fue de 159.377 ha. Si bien las cifras de la ONU son un 40 por ciento más bajas, las estimaciones de Estados Unidos y la ONU mencionan incrementos similares de un año a otro en cuanto a las áreas cultivadas, de 42 y 39 por ciento, respectivamente. La diferencia entre las estimaciones de Estados Unidos y la ONU se deben a diferentes metodologías utilizadas por cada uno.

La ONUDD señaló cuatro factores que contribuyeron significativamente al aumento en los cultivos de coca. La hoja de coca alcanzó su precio más alto en 10 años, subiendo un 39,5 por ciento para ubicarse en US$1,02 por kilogramo (3.000 pesos colombianos). El informe indica que el 64 por ciento de los productores de coca colombianos venden sus cosechas en forma de hoja, mientras que el resto procesan parcialmente las hojas para producir pasta de coca, y el 1 por ciento de los productores procesan base de coca más refinada. Los mayores incentivos produjeron un aumento del 11 por ciento en la cantidad de hogares dedicados al cultivo de coca, cuyo número llegó a 74.500. Los incrementos en la producción por encima del promedio se presentaron en reservas indígenas (52 por ciento) y en comunidades afrocolombianas (51 por ciento).

Los cultivadores de coca tienen además menos riesgo de perder sus cultivos actualmente, debido a la decisión del gobierno de detener las fumigaciones aéreas y porque los productores se movilizaron para impedir que las fuerzas de seguridad llevaran a cabo la erradicación manual en algunas áreas. La ONUDD también hizo referencia a las crecientes expectativas de que los productores de coca podrían beneficiarse de programas de sustitución de cultivos con mayor financiación, como resultado del proceso de paz del gobierno con los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Finalmente, el informe menciona factores locales que afectan otros cultivos, como la escasez de combustible, las sequías localizadas y la falta general de actividades de desarrollo alternativas.

 

Los esfuerzos de erradicación e incautación que realizó Colombia en 2015 tuvieron resultados diversos. La ONUDD ha informado que la cantidad de coca y de laboratorios de procesamiento de cocaína destruidos aumentaron un 64 por ciento, llegando a los 3.827, y las incautaciones de cocaína aumentaron un 71 por ciento, llegando a más de 252 toneladas métricas.

Las fumigaciones aéreas, sin embargo, disminuyeron un 33 por ciento, siendo de 37.199 ha en el año 2015, y la erradicación manual con verificación de la ONUDD bajó 8 por ciento, ubicándose en 4.905 ha. Las estadísticas de erradicación —que incluye la erradicación forzada que se llevó a cabo en coordinación con las comunidades de productores, así como las fumigaciones aéreas— han disminuido 52 por ciento en comparación con el promedio de los últimos cinco años.

Las cifras por departamentos muestran que el departamento de Nariño, en el suroeste colombiano, fue el que más cultivos de coca tuvo en el país, con un 31 por ciento del total, es decir, 29.755 ha —un 72 por ciento más con respecto a 2014—. Putumayo, también en el suroeste, ocupó el segundo lugar, con el 21 por ciento, o 20.068 ha, seguido por Norte de Santander, al norte del país, con el 12 por ciento del total de los cultivos.

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Análisis de InSight Crime

InSight Crime ha informado sobre varios de los factores mencionados por la ONUDD que contribuyen al actual auge de la coca. Por ejemplo, los cultivadores de coca se han estado organizando para protestar por los intentos del gobierno durante varios años para acabar con esa actividad económica, y, como señala el informe de la ONUDD, el gobierno no ha logrado abordar sus problemas mediante el ofrecimiento de alternativas de desarrollo. Con base en informes de la policía, la ONUDD dice que en 2015 hubo 140 ocasiones en las que los agricultores intentaron bloquear las actividades de las autoridades.

La investigación de campo de InSight Crime concuerda con las afirmaciones del gobierno según las cuales las FARC les han estado diciendo a las comunidades en sus áreas de influencia que los cultivos de coca producirán mayores beneficios como resultado del proceso de paz, que se encuentra en su fase final de negociación. Se estima que las FARC controlan casi el 70 por ciento de los cultivos de coca del país, proporcionándoles a los cultivadores protección y acceso a los mercados.

Además de las posibilidades de que la paz influya en el comportamiento de los cultivos de coca, las dinámicas del narcotráfico afectarán el cumplimiento del esperado acuerdo por parte de la guerrilla, para poner fin al conflicto civil. Se cree que el tráfico de cocaína les genera cientos de millones de dólares a los guerrilleros, y estas ganancias aumentan la probabilidad de que algunos guerrilleros se nieguen a abandonar el campo de batalla. En por lo menos una unidad de las FARC —el Frente 1 del Bloque Oriental—, los rebeldes ya han anunciado que no se desarmarán, y los mismos comandantes de las FARC atribuyeron la resistencia de dicho frente a los intereses económicos vinculados al tráfico de drogas.

La actual administración ha dejado claro que la sustitución de cultivos de coca será una prioridad dentro de los planes del “postconflicto” en Colombia. El 10 de julio, el gobierno lanzó una campaña pionera para sustituir la coca por otros cultivos en el municipio de Briceño, Antioquia, con la colaboración de miembros de las FARC.

La efectividad de estos planes de desarrollo —que hasta ahora, según la ONUDD, sólo han alcanzado al 32 por ciento de las zonas cocaleras—, será clave para eliminar la producción de drogas en un futuro cercano.

 

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