El mundo de la Guerra Fría ofreció toda clase de situaciones, a simple vista insólitas, sobre todo en los satélites de los dos grandes protagonistas del conflicto: Estados Unidos y la Unión Soviética. Muchas de estas circunstancias tuvieron que ver con diferencias entre los países que supuestamente estaban del mismo lado y otras tienen que ver con alianzas implícitas y explícitas de supuestos enemigos.

El último gobierno militar argentino, que se extendió entre 1976 y 1983, fue uno de los tantos ejemplos de encuentros y desencuentros con Washington, Moscú y La Habana.

El cambio de administración en Estados Unidos de republicana a demócrata, con la salida de Gerald Ford y la llegada de Jimmy Carter en 1977, generó un cambio de panorama en el apoyo a la represión ilegal que tenía lugar en Argentina. Producto de la nueva política en Washington el bloque occidental dejó de comprar los productos agroindustriales argentinos, pero cuando el gobierno de Videla se estaba enfrentando a este crítico panorama, apareció la Unión Soviética como socio comercial, sin ningún reparo moral por las violaciones a los Derechos Humanos contra la guerrilla, que buscaba implementar un gobierno de similar características al de Moscú.

De visita en Argentina, el exdiplomático cubano Juan Antonio Gil, que integró la delegación castrista ante las Naciones Unidas, reveló que existió un pacto entre la Junta Militar argentina y el Gobierno de Fidel Castro.

Según Gil, ambas dictaduras, que en teoría representaban modelos antagónicos y violaban los derechos humanos en pos de evitar un modelo político económico como el del otro país, llegaron, a lo que le describieron como “un acuerdo de caballeros” para no denunciarse mutuamente en los foros internacionales.

En declaraciones al portal Infobae, el exfuncionario cubano reconoció la incomodidad que le generaba entrevistarse con los guerrilleros argentinos que entrenaban en Cuba, y a la vez saber de estos acuerdos secretos entre ambos gobiernos.

Para Gil la traición del gobierno de Castro con los propios guerrilleros comunistas de otros países pudo ser mucho mayor a la de este “acuerdo de caballeros”. El ex diplomático reconoció que todos los que se fueron a entrenar a Cuba, una vez que los gobiernos de los países de esos guerrilleros entraban en diálogo político con La Habana, terminaban muertos. Los que fueron a entrenarse a Libia o a Corea del Norte usualmente sobrevivían.

FUENTE: PAN AM