En Colombia se vive un clima de incertidumbre política y económica generado por el desgobierno de JUAN MANUEL SANTOS de una dimensión inimaginable y sin precedentes en la historia de Colombia.

El manejo económico en este gobierno deja mucho que desear y lamentar. El Incremento de la deuda externa en el gobierno Santos de cincuenta y cinco mil millones de dólares a ya casi ciento veinte mil millones de dólares esta superando el 40% del PIB, colocando en grave riesgo la economía del país con una deuda externa prácticamente impagable. Si a esto le sumamos que en este gobierno hubo una devaluación del 70%, un déficit fiscal para el 2.016 de 30,5 billones, una bonanza petrolera dilapidada de 57 billones, el desfalco de Reficar de US$4.000 millones de dólares para un proyecto de 5 años de vida, los múltiples sobornos de Odebrecht, la mermelada para el Congreso, el derroche desmedido, la corrupción galopante, el crecimiento de la economía en el 2.016 de tan solo un 2%, la venta de Isagen a un solo proponente, la reforma tributaria injusta y desmedida que esta afectando el bolsillo y la canasta familiar como nunca antes, entre otros muchos factores, nos permiten visualizar fácilmente que las cosas en materia económica no están para nada bien y su panorama es sombrío y muy poco alentador.

Si por el lado económico los acontecimientos dejan mucho que desear, por el lado político el panorama es aun mas negro y lamentable. La implementación arbitraria de los acuerdos del Proceso de Paz con las Farc en contravía de la voluntad popular en el Congreso de la república de Colombia, bajo la novedosa modalidad del Fast Track, aunado a la baja popularidad del Presidente Santos con menos de un dígito según algunas encuestas, están evidenciando un crimen a la institucionalidad y a la constitución de la mayor gravedad y con nefastas consecuencias inmediatas y a largo plazo.

Estos factores de innegable veracidad están ya exacerbando al pueblo Colombiano como nunca antes lo había registrado su historia. Si bien todavía se nota una gran y lamentable indiferencia de algunos Colombianos, una gran, valiente e innegable mayoría ya despertó y se esta manifestando de manera clara y contundente en la redes sociales. Las apoteósicas marchas del pasado 1 de abril en varias ciudades del país dan fe de eso y constituyeron un extraordinario abre bocas que empoderó la voluntad del pueblo que clama y grita herido por su dignidad.

En esa encrucijada de sentimientos, de afectaciones, de abusos, de humillaciones, solo hay algo claro y es que no podemos permitir que JUAN MANUEL SANTOS continúe en el poder, básicamente porque su norte y su visión solo se encamina a destruir y arruinar el país en todo sentido.

De buena fe los colombianos marchamos y hacemos plantones, esperando que Santos recapacite y renuncie por sus múltiples errores como lo han hecho grandes prohombres en nuestra historia, pero de el solo recibimos insultos connotados, soberbia, un increíble cinismo y ante todo una evidente y clara intensión de afectar los intereses de la gran mayoría  de los Colombianos para interceder por aquellos que solo le han proporcionado dolor, delincuencia y sangre.

Es inmensa, plausible, grande, heroica, demócrata la intensión de marchar para lograr que la voluntad del pueblo se oiga a gritos, pero en este caso su propósito no es para nada eficiente y mucho menos eficaz. Nos enfrentamos a un tirano ególatra que empieza a estrenarse como dictadorzuelo. Así de claro.

A este tipo de personajes es necesario enfrentarlos con resistencia y desobediencia civil, llenas de acciones políticas no violentas que desafíen el poder y el régimen que quiere imponernos en contra de nuestra voluntad. En consecuencia es preciso utilizar la presión psicológica y simbólica que involucren acciones sistemáticas para debilitar el poder político y económico del que tanto hace alarde Santos.

Todas las formas de resistencia civil son validas: el boicot, los discursos, el hostigamiento, la presión contra funcionarios, el trabajo lento, la obstrucción de la autoridad, las huelgas de hambre, los juicios públicos, etc. Pero hay una infalible y es tocarle lo mas débil que tiene este gobierno y es su caja, su dinero y la olla ya raspada. Los invito a no pagar por ahora, ningún tipo de impuestos para que vean como Santos se va a desesperar. Si todos al unisono por un tiempo determinado dejamos de pagar los impuestos a nivel nacional, departamental o municipal lograremos sacar a Santos y rápidamente para que no siga acabando con el país.  Así de sencillo.

Que nos sirva el ejemplo de Venezuela que lleva ya casi 20 años marchando sin lograr su objetivo. Unidos lo podemos lograr. Pongamos una fecha para iniciar, hablemos con nuestros grupos sociales, convenzamos a nuestros amigos, a nuestras familias para que actuemos unidos por el futuro de nuestros hijos, mañana ya es tarde y el futuro es hoy.

 

perspicaciaspoliticas.