¿Quién conoce una propuesta o debate de la Senadora Claudia López, qué contenga elementos argumentativos, en estado de serenidad, sin turbación física o moral, sin alterar los decibeles de su tono de voz?
Claudia López, saltó al escenario nacional de la mano del exguerrillero León Valencia, quien dirigía la Fundación Nuevo Arco Iris, dedicada junto a un grupo de periodistas, integrantes de izquierda a estructurar las denuncias que terminaron con el escándalo conocido mediáticamente como “parapolítica”.
La senadora sabe que su auditorio disfruta con su verbosidad cargada de señalamientos injuriosos, calumniosos e insultantes, combinados con una perfecta alteración de estado de ánimo que suma una extraordinaria actuación dramaturga.
Claudia López, es militante del partido Alianza Verde, organización política que tiene sus orígenes en el departamento de Santander. En el año 2005 el fundador y propietario de Convergencia Ciudadana, exsenador Luis Alberto Gil Castillo, avanzaba con la expansión de su partido a nivel nacional con vísperas de las elecciones de congreso del 2006. Su ambición electoral le mostró la posibilidad de quedarse con la curul de la Cámara de Representantes destinada para las “minorías políticas; para lograr ese objetivo revivieron la personería jurídica del movimiento político ADM-19 y la mutaron al movimiento político Opción Centro bajo la dirección de su amigo y compañero de andanzas en el M-19, Carlos Ramón González, y como candidato destinaron a Rodrigo Romero, sindicalista de los educadores de Santander y fundador junto a González y Gil de Convergencia Ciudadana (hoy conocido como Opción Ciudadana).
Con la vida jurídica y la credencial a nombre del Movimiento Opción Centro, Carlos Ramón González, comenzó la reagrupación en el año 2007 de los actores políticos afines al M-19 para darle vida a lo que conocemos como partido Alianza Verde, que sirvió posteriormente como trinchera presidencial en el 2010 de Antanas Mockus.
Hago esta recordación histórica porque el partido Alianza Verde, con los mismos actores que acabó de recordar, está promoviendo “Consulta Popular Anticorrupción” como plataforma de campaña presidencial de la senadora Claudia López. Para lograr este propósito electoral, la senadora y su “pelotón anticorrupción” comenzaron la recolección de cinco millones de firmas (meta de ellos) para exigirle (ellos) al Congreso de la República, legislar en siete temas indispensables que acaban con la corrupción en Colombia (según ellos).
En Colombia todo es moda, y la nueva moda es la corrupción o la lucha contra ella. Y se convirtió en moda porque después de tratar de esconder el desfalco en REFICAR, apareció otro no más grave, sino más contundente y serio por las pruebas y delación que entregó el empresario brasilero, Marcelo Odebrecht, a la justicia de los EE.UU. y que prueban los sobornos que entregó la firma constructora ODEBRECHT en Colombia.
La corrupción en Colombia no nació ni se va a acabar con el caso “Odebrecht”, ni mucho menos con la consulta oportunista y demagógica que promueve la senadora Claudia López. El problema de corrupción en nuestra sociedad es ancestral, con raíces profundas en su estructura social, cultural y educativa, pero fundamentalmente por la ausencia de justicia.
Uno esperaría de la senadora Claudia López, del partido Alianza Verde y de su “pelotón anticorrupción” que promovieran y exigieran de una vez por todas las reformas estructurales que requiere la justicia colombiana, para eso tienen el Ministerio de Justicia en cabeza de uno de los suyos, pero no; ellos también están pensando en votos y elecciones, y para lograrlo lo mejor es seguir anarquizando la sociedad.
Y lo escribo de la manera categórica, porque se necesita ser irracional o tonto para creer el cuento que con firmas, consulta o más leyes se acaba para siempre la corrupción pública.
Solo se necesita leer las siete propuestas que motivan la nueva cruzada de la senadora Claudia López, para entender que es otro espejismo que busca activar y hacer ruido entorno a su aspiración presidencial.
El problema gravísimo de corrupción y que hace metástasis en nuestra sociedad no se extirpa con eliminar o bajar sueldos; ni unificando en cuadrícula todos los pliegos de licitaciones públicas; o con rendiciones de cuentas; ni con la trillada teoría de la declaración de renta; y menos con la más absurda de las siete supuestas soluciones contra la corrupción como es la de acabar la planeación técnica y seria de inversión presupuestal que debe regir a nivel nacional y regional para ser feriada en audiencias públicas al ritmo de calenturas e intereses que también rondan a los representantes de la comunidad.
La solución es devolverle a Colombia la justicia. Aquí se perdió el imperio y majestad que debe brillar en la justicia y en sus operadores. Requerimos con urgencia la tan aplazada reforma a la justicia que debe ser debatida y aprobada en Asamblea Nacional Constituyente especial, para sacarla del Congreso de la República donde rondan los intereses de todo orden y donde funciona a la perfección el “pupitrazo” de media noche; pero también para evitar que sea instrumentalizada como herramienta electoral, politiquera y judicial como lo pretende hacer el partido Alianza Verde y su “pelotón anticorrupción”.
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