Las autoridades en el Congreso de la República manifiestan que diariamente se registran de 16 a 40 ataques de esta naturaleza. En la literatura política, cuando la “mermeladomina” se aplica a los congresistas se la conoce también como “auxilios parlamentarios” y difiere de estos últimos sólo en que se puede asignar a dedo y sin el menor control fiscal, lo que permite —sin correr ningún tipo de riesgo— penetrar la barreras morales y causar alteración inmediata en la voluntad del congresista. Esta droga, sustancia que en el pretérito tuvo uso legal en pequeñas cantidades, es inmensamente efectiva y sirve como anestésico de cualquier huella moral que pudiera tener el damnificado. La “mermeladomina”, suministrada a través de toda clase de contratos y prebendas, se absorbe con enorme facilidad en las cuentas corrientes y de ahorro de los parlamentarios y las otras víctimas, pues ni deja rastro, ni tiene sabor ni olor. También es fácilmente suministrable en cómodas cuotas mensuales, contaminado a las víctimas a lo largo del período legislativo.
Fuentes indican que la “mermeladomina”, al ingresar en la cuenta corriente de la víctima, anula la acción del neurotransmisor acetilcolina, lo que provoca un borrado de todo rezago ético que pudiera albergar el damnificado; y tan sólo hacen falta unos minutos para que la persona se vuelva totalmente vulnerable, con su voluntad anulada. De este modo, quien se encuentra bajo los efectos de la “mermeladomina” se vuelve un ser plenamente manipulable y sumiso. Además deja en la víctima unas lagunas mentales que le impiden saber lo que sucedió y, mucho menos, quién fue el funcionario público que la suministró.
El alto gobierno utiliza desde hace siete años altas concentraciones de “mermeladomina” para minar la voluntad de los congresistas, de casi la totalidad de los medios y de uno que otro periodista. Se conocen casos de víctimas a las cuales, posteriormente a la intoxicación con “mermeladomina” y ya materializado el voto, el sesgo, el artículo o el programa radial a favor del Gobierno, le es inyectada una sobredosis de prebendas, como lo son la entrega del manejo de los institutos descentralizados y la repartición indiscriminada de puestos diplomáticos, generando efectos más graves en la brújula moral de los perjudicados.
Se recomienda a todo congresista, magistrado o periodista que guarde el más mínimo rezago ético que, para prevenir ser víctima de esta modalidad, guarde prudente distancia de personas desconocidas en el recinto del Congreso o en el palacio presidencial, desconfíe de altos funcionarios del Gobierno que se acerquen con excusas de pedir información o que sacudan billetes cerca de usted. La potencial víctima de la “mermeladomina” debe mantener siempre a la vista sus cuentas bancarias; y si sospecha que ha sido intoxicado porque siente que su patrimonio tuvo un aumento ilícito, acérquese a la Fiscalía para pedir su apoyo o ayuda.
Fuente: El Espectador
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