El sacerdote venezolano, José Palmar, nuevamente es noticia. Hoy, primero de marzo, se encuentra detenido por funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos en Texas.

Palmar —o el «Padre Palmar», como se le conoce— había intentado ingresar a Estados Unidos sin tener visa. Viajaba desde México, país al que había huido de la dictadura de Nicolás Maduro.

Es un sacerdote que no ha podido escabullirse de la polémica —y la política—. Férreo opositor del régimen autoritario de Maduro pero que, no obstante, carece del respaldo y la simpatía de toda la sociedad, ni siquiera la que repudia visceralmente al dictador.

Palmar es polémico porque su lengua es punzante. Jamás se queda callado. Dice lo que sea, desde su cuenta de Twitter, sin importar que lo exhiba como un cura-conservador-radical-fanático-demente.

Pero también queda como un valiente. No se calla ni cede a las correcciones que sus seguidores y detractores exigen. Y por su postura, siempre frontal en contra de la tiranía de Nicolás Maduro, ha sufrido severas consecuencias.

En febrero de 2014, mientras en Venezuela reinaba una crisis política ardua, tiznada por el olor picante del gas lacrimógeno y el sonido de los casquillos de balas golpeando el cemento, el Padre Palmar fue golpeado.

“Este miércoles durante una protesta en la avenida 5 de Julio de Maracaibo, resultó herido el padre José Palmar. Según reportes en la red social Twitter, presenta golpes y heridas por perdigón”, se lee en el diario El Impulso.

Los golpes y los perdigones no pudieron silenciar al sacerdote. El mismo día que lo agredieron, unas horas después, escribió en su cuenta de Twitter: “Dios les bendiga, estamos muy bien, sigue la lucha y continuamos en la calle. Gracias Venezuela. Zulianos, nos vemos en la Plaza República”.

Pero Palmar es una suerte de imán para los golpes. En octubre de 2016, en medio de otra protesta en la coyuntura de las marchas para exigir el referéndum revocatorio, fue brutalmente agredido. El sacerdote simplemente ejercía su derecho cívico; pero su posición y firmeza lo convirtió en un enemigo del chavismo.

El medio Diario Las Américas, publicó en ese momento: “Según se informó en las redes sociales de distintos dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática, un grupo de personas vinculadas con el oficialismo lo interceptaron en plena autopista y comenzaron a golpearlo hasta que perdió el conocimiento”.

Menos de un año después, cuando en Venezuela se daban las protestas más fuertes de su historia contemporánea, Palmar fue agredido en varias ocasiones. Siempre estuvo en las calles, acompañando a los manifestantes.

Ha denunciado persecuciones y acoso por parte de la dictadura. A las amenazas responde con un lenguaje que difiere del que corresponde a un sacerdote; pero Palmar es honesto:

José Palmar es un tenaz enemigo de la dictadura de Nicolás Maduro. Sin embargo, también ha asumido la guerra en otros frentes. No solo le ha hecho la cruz al chavismo, sino a lo que él cataloga como “colaboracionistas”.

A principios de este año, cuando la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cedió a la agenda de Maduro y continuó siendo parte del estéril diálogo en República Dominicana, el padre José Palmar fue uno de los que más se opuso a esa decisión.

Llamó “lambucios” a quienes conforman la MUD. Aseguró que esta coalición de partidos es simplemente una extensión más del régimen de Nicolás Maduro. Y es una posición que no es reciente, sino que mantiene desde hace meses.

Palmar es polémico. Su posición en contra de la Mesa de la Unidad le genera el rechazo de los más moderados y apegados a esa agónica coalición de partidos. Por otra parte, su lenguaje y la forma de comunicarse, también le hace ganar críticos.

Desde su cuenta de Twitter ha manifestado su homofobia, natural en el fanatismo. En septiembre de 2017 escribió: “No es de extrañar que la sangre infectada de SIDA con la que amenaza a los presos políticos en el SEBIN sea del lobby gay de Miraflores”.

Finalmente, a principios de este año, tuvo que huir al exilio. Alega amenazas y la presión de un régimen que lo convirtió en su objetivo. Fue a México, donde Raúl Naranjo Posada, un ciudadano de ese país, lo ayudaba a gestionar su “asilo humanitario”.

El 19 de enero Palmar difundió la información de que Raúl Naranjo, quien también lo hospedaba, fue asesinado de varios disparos cerca de su casa.

No hay mucha información. Es extraño. Pero luego de que asesinaran a quien lo ayudaba, Palmar decidió huir a Estados Unidos. El sacerdote no publicaba información en su cuenta de Twitter desde finales de enero. No se sabía nada. Al final varios periodistas confirmaron que las autoridades de Estados Unidos lo mantienen detenido en Laredo, Texas.

Fuente: es.panampost.com