En muy poco tiempo los colombianos hemos sido testigos del debilitamiento de las instituciones por culpa de la corrupción (hoy llamada mermelada), la falta de división de poderes, el desconocimiento a la voluntad popular y de los atropellos más grandes a la ciudadanía con una Reforma Tributaria regresiva, paleolítica si se quiere, que lo único que hace es debilitar el poder adquisitivo de las familias colombianas, lo que traerá como consecuencia una caída en el consumo interno y por ende en el PIB de la nación.

En muy poco tiempo, este Gobierno de narcisistas y hampones pasó de prometer prosperidad para todos a potes de mermelada para un montón de lagartos arrodillados, de firmar promesas en mármol a violar el mandato popular por medio de un fast-track utilizando al Congreso de la República como una Notaría de quinta, de perseguir a los terroristas y sus benefactores, a hacerlos honorables ciudadanos y próceres de la paz.

En muy poco tiempo, Juan Manuel Santos convirtió una economía sólida, en un frágil castillo de naipes, alejó la inversión extranjera, redujo el tamaño de las exportaciones colombianas, aumentó la deuda externa del país, acrecentó la tasa de usura y las tasas de interés, y nos jodió con posibilidades mínimas de emprendimiento dados los elevados tributos que debemos darle los colombianos a nuestro codicioso rey Juan (como el de Nottingham y Robin Hood).

En muy poco tiempo, Santos y su cohorte de diabéticos hizo de Colombia nuevamente un país inviable y con un futuro negro (de esa misma manera lo dejó cuando fue Ministro de Hacienda en la era Pastrana), y mientras tanto, los colombianos hemos sido meros observadores; tristes espectadores que nos quejamos en Twitter con la esperanza de arreglar el país a punta trinos ¡Menudos patriotas de sofá!

A los colombianos nos ha faltado unión, inteligencia e hígado para ponerle el freno de mano a este payaso negligente que tenemos por presidente, nos ha faltado solidaridad y fraternidad para actuar en bloque contra el Congreso corrupto, y nos ha sobrado ingenuidad con este sistema judicial totalmente desvertebrado y podrido.

Nosotros no podemos estar siempre pegados de las enaguas de los líderes, tenemos que sacudirnos y entender que ese país que se está cayendo a pedazos es nuestro, que es nuestra nación y son nuestras familias las que padecen las decisiones erróneas y mezquinas de los gobernantes de turno.

Colombianos, ¿Si no nos defendemos nosotros mismos, entonces quién lo hará?

@C88Caesar