Segunda parte de serie titulada Protesta Social e Intervenciones ilegítimas. Publicada la primera entrega en el portal informativo letra menuda.
Paro Nacional del 21 de noviembre: Protesta social e intervenciones ilegítimas I.
Por: Benedicto Truman.
Protesta social y derechos en disputa.
Es un exabrupto examinar al Paro Nacional convocado para el 21 de noviembre solamente como expresión de un legítimo derecho o como una descarada y delictiva intervención internacional o como una simple estrategia de fuerzas internas disgregadoras. Es una práctica en la convergen muchas intenciones al mismo tiempo. Pesa sobre los organizadores de la protestas que muchas voluntades de poder se atraviesen en su cometido restándole legitimidad a lo que podría ser una manifestación pacífica y sin vicios. Lastimosamente para los trabajadores y estudiantes convocados, los violentos, los poderes internacionales y azuzadores de violencia llegaron a ensuciarle la mesa a un sinnúmero de inconformes.
En internet circulan unos cuantos contenidos de video en los que se pide a las fuerzas destructivas no atacar a los civiles y al mismo tiempo procurar la mayor cantidad de daño a la fuerza pública del orden, a los establecimientos comerciales y a gran cantidad de negocios. Podría decirse que se invita a convertir el cosmos citadino en caos desastroso. En el video se da una breve lección de cómo preparar artefactos explosivos caseros y de que implementos deben abastecerse para sostener la resistencia de la pretendida incursión violenta. También se invita a construir dispositivos artesanos para protegerse de las armas con que sean atacados.
Viniendo en detrimento de los paristas, las pretensiones de reivindicación soberana de los pueblos de la nación son interesadamente desvalorizadas y deslegitimadas por agitadores digitales que buscan infundir miedo y azuzar los ánimos violentos de la protesta pacífica. Más aún persisten en pescar en el río revuelto de las intenciones varias y de los descontentos múltiples, atrapando a varios peces con un mismo anzuelo. Es menester que los protestantes se organicen y proyecten una estrategia para reprimir a los impostores en aras de que el ejercicio participativo sea productivo.
Si esas agitaciones cibernéticas de violencia revoltosa toman lugar es posible que el resultado en que desemboque el paro del 21 de noviembre arroje saldos lesivos e incluso mortales. La Carta Constitucional en su artículo 37 ampara el derecho para reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Pero cuando en ejercicio de ese derecho se vulneran los derechos de otros a la propiedad privada, a la dignidad y vida digna, a la honra o la convivencia pacífica, se entra en terrenos de una disputa legal en los que es posible que se ilegitime y se invalide la práctica democrática de la manifestación pública.
Con la evidencia desastrosa de lo ocurrido en inmediaciones de la Universidad Pedagógica a finales de septiembre, no hay lugar a muchas dudas que lo que se viene pueda empeorar la situación y terminar en actos barbáricos. La explosión en el centro educativo que dejo cinco heridos, tres de ellos de gravedad. Los enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden que sacudieron la 72 con 11. Los centenares de buses de transporte públicos vandalizados. El entorpecimiento de la movilidad capitalina y el atropello contra la calidad de vida y dignidad de los residentes bogotanos. No hay certeza de qué esperar para un paro de las dimensiones del que se espera y cual se ha venido gestionando cuidadosamente por protestantes y delincuentes.
Los violentos, los vándalos, los agitadores y los destructores de la calidad de vida de los ciudadanos están a la orden del día para intervenir una práctica político-ciudadana y usarla como método para infundir terror y causar el mayor mal. Es necesario que la ciudadanía esté alerta para saber reconocer entre ciudadanos y delincuentes.
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