El pasado lunes 4 de enero, Donald Trump puso a temblar la economía mexicana y revolucionó la geopolitica mundial con un trino que publicó en su cuenta personal de la red social Twitter.
El tuit en el que reprendía y amenazaba de forma pública a la gigante norteamericana General Motors por producir vehículos en México para venderlos en Estados Unidos sin pagar impuestos ni mano de obra local, fue un duro campanazo para todas las multinacionales gringas que producen en el exterior, y puso a temblar por largas horas no sólo a la economía mexicana sino a la geopolítica mundial.
Un dia después, el magnate presidente lanzó otro trino en el que felicitaba a la empresa fabricante de carros Ford, que pretendía abrir una nueva planta en México, por tomar la decisión de no hacerlo y mejor construirla en Estados Unidos. Lo trascendental de la noticia no es que la multinacional norteamericana decidiera dejar de invertir 1.600 millones de dólares en suelo mexicano, sino que debido a un solo tuit de una persona, otro gigante norteamericano declinara su ambicioso proyecto en México y generara semejante caos en el mundo.
Otro de los hechos relevantes de esta noticia es que el electo presidente de los Estados Unidos no haya lanzado la amenaza y posterior irónica felicitación por medio de una entrevista televisiva ni por un comunicado oficial, sino por Twitter; y esto nos da para sacar algunos análisis:
Hasta hace muy poco tiempo, el centro de la información y la relevancia que se le daba a cada acontecimiento dependía directamente de los diferentes medios de comunicación que en muchos casos trabajaban todos juntos como en una especie de monopolio para poder defender siempre los intereses de su negocio. Para ese entonces, los políticos y personas que querían influir en la opinión de las mayorías, rogaban por figurar en uno de estos medios a como diera lugar. Hoy, son esas mismas personas las que quitándole poder a las empresas de la información, prefieren comunicarse con sus millones de seguidores en todo el mundo de una forma ágil y directa, evitando así que personas con intereses ajenos a los suyos manipulen a su antojo la noticia.

 


Michael Bloomberg, quien fuera alcalde de Nueva York y uno de los analistas económicos más importantes del mundo, llegó en su momento a tener tanta influencia y credibilidad que en muchos casos un análisis suyo o una sola afirmación sobre algún tema puntual, lograba cambiar de forma sorpresiva el rumbo de la economía norteamericana y mundial. Fue de esta forma que Bloomberg logró pasar de ser un reconocido político y economista, a uno de los magnates de las comunicaciones más importantes del mundo. En su momento, la revista Forbes llegó a incluirlo en la lista de las 20 personas más poderosas e influyentes del planeta.
Pero es evidente que hoy los canales de televisión y radio han perdido en gran medida ese poder. La facilidad que hoy tienen miles de millones de personas para conectarse a una red y decidir de que se enteran y de que no, ha hecho que las políticos influyentes enfilen sus baterías y esfuerzos para hacerse importantes en estos nuevos medios.
El trino de Trump sobre Ford y México es el abre-bocas del inicio de lo que será una nueva era, la era en la que el presidente de la Nación más poderosa del mundo se comunicará de forma directa con sus ciudadanos y les dirá lo que piensa y siente en tiempo real y sin intermediarios, pero también es el momento en que un solo error o una mala decisión momentánea producto de una emoción desaforada, pueda desatar un caos político o económico mundial por una simple frase de menos de 140 caracteres compartida en la forma y/o el momento equivocado.
Twitter ha demostrado ser tan útil y eficiente para unir a pueblos con sus líderes, como para estallar revoluciones que han derrocado dictadores, y cada vez será más influyente.