La presencia rusa en Venezuela no es una amenaza.
(Fotomontaje: PanAm Post)

Este viernes 25 de enero Reuters publicó una nota en la que afirma que tres fuentes confirmaron a la agencia de noticias que mercenarios que realizan misiones secretas para el gobierno ruso, viajaron a Venezuela en los últimos días para “reforzar la seguridad” de Nicolás Maduro.

Respecto a la cantidad de mercenarios que estarían en Venezuela, en el artículo se lee que “Yevgeny Shabayev, líder de un capítulo local de un grupo paramilitar de cosacos con vínculos con contratistas militares rusos, dijo que había escuchado que la cantidad de contratistas rusos en Venezuela podría ser de unos 400”. La agencia acota que otras fuentes hablan de grupos de matones menos numerosos.

Por otro lado, Reuters revela que los contratistas están asociados con el grupo “Wagner”, cuyos miembros lucharon clandestinamente en apoyo de las fuerzas rusas en Siria y Ucrania. Una de las fuentes de la agencia aseguró que el contingente voló a Venezuela a comienzos de la semana pasada, “uno o dos días antes de que comenzaran las protestas de la oposición”, pero al parecer la primera vez que mercenarios rusos tocaron suelo venezolano fue para las elecciones de 2018.

Además, según la información dada por una las fuentes, Cuba estaría involucrada. Los mercenarios habrían salido de Rusia en dos aviones chárter hacia Cuba, desde donde se trasladaron en vuelos comerciales regulares a Venezuela. En específico, la misión de estos hombres sería proteger a Maduro de cualquier ataque de simpatizantes de la oposición infiltrados en sus propias fuerzas de seguridad.

Finalmente, la agencia anota que los datos de seguimiento de vuelos, disponibles públicamente, muestran que varias aeronaves del gobierno ruso aterrizaron en o cerca de Venezuela en las últimas semanas. Por ejemplo, Un Ilyushin-96 ruso voló a La Habana el miércoles por la noche.

Ante la publicación de estos datos, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, afirmó desconocer la situación. “No tenemos tal información”, dijo. Por su parte, el embajador ruso en Caracas, Vladímir Zaemski, también desmintió la publicación. “No tengo constancia de ninguna empresa militar rusa que esté presente en Venezuela, otra vez se trata de una desinformación”, sostuvo.

Sin embargo, recientemente, en diferentes ocasiones, el gobierno ruso ha mentido descaradamente sobre sus acciones militares en otros países, de modo que las declaraciones de sus diplomáticos e incluso de su presidente no son confiables.

Eso sí, el mensaje del portavoz del Kremlin y del embajador ruso en Caracas es claro: dicen que Rusia no participa, de manera oficial, militarmente en Venezuela. De modo que si Estados Unidos decidiera intervenir militarmente en Venezuela, no habría en este momento un conflicto armado oficial entre Rusia y los norteamericanos, porque los rusos aseguran no tener una participación formal en Venezuela. Esto además deja claro qué tanto apoyo tiene Maduro de parte de los rusos. El Kremlin se ha limitado a decirle a Estados Unidos que una intervención en Venezuela sería una “catástrofe”.

Por otro lado, cualquier acción militar de Estados Unidos en Venezuela (por ejemplo, acompañando a Juan Guaidó o apoyando a los militares en una eventual captura de Maduro y Diosdado Cabello) no representaría un conflicto internacional. Los mercenarios rusos no significan para Estados Unidos un factor para frenar una eventual colaboración con el gobierno legítimo de Venezuela.

Incluso todo esto podría acelerar la actuación de Estados Unidos, permitir que Venezuela, un país tan importante para su continente, sea tomado por el Kremlin y se llene de mercenarios rusos es demasiado peligroso. Pero, además, Estados Unidos no teme a lidiar con estos escenarios y puede enfrentarlos sin los traumatismos gigantescos que muchos imaginan.

El año pasado, Mike Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos y exdirector de la CIA, reveló ante la comisión del Senado que debía avalar su nombramiento como líder del departamento de Estado, que a inicios de 2018 hubo un enfrentamiento en Siria entre tropas estadounidenses y mercenarios rusos, en el que murieron «un par de centenares» de estos últimos. Diferentes medios señalaron que los combatientes que resultaron muertos pertenecían a la organización de mercenarios privada Wagner Group, la misma que se supone tiene miembros en Venezuela.

De modo que los venezolanos y defensores de la libertad que asuman que Estados Unidos podría cancelar sus planes concernientes a Venezuela por la presencia de mercenarios rusos, deben considerar que si bien este contexto encarece el costo de intervenir, no es un factor decisivo o inmanejable para los militares estadounidenses.  Tal como dije antes, esto incluso podría impulsar a Estados Unidos a dar el primer paso en vez de hacerlo retroceder.

Por último, es bueno aclarar el tipo de intervención militar que sería deseable en Venezuela. Hay quienes creen que cuando se habla de intervención se hace referencia a una situación en la que Estados Unidos toma completamente el país e impone un nuevo gobierno a su antojo. Sin embargo, a lo que muchos nos referimos -y es lo que va en la línea de los acontecimientos- es a una cooperación militar extranjera que estaría liderada por Juan Guaidó y por los militares venezolanos, y que no tendría que ir más allá de la captura de los tiranos y la protección del presidente.

No es Trump, ni Pompeo, quienes han decidido que Guaidó se convierta en el líder de este proceso. Guaidó fue electo diputado en el 2015 por el voto de los venezolanos. Estados Unidos tampoco tiene nada que ver en las marchas históricas que se han llevado a cabo en Venezuela pidiendo la caída de Maduro. El tirano y sus compinches, como Diosdado y Jorge Rodríguez, no son más que narcotraficantes que están cometiendo una masacre, por lo que una eventual captura y extradición a Estados Unidos no molestaría a nadie y sería agradecido por la inmensa mayoría de los venezolanos.

La posibilidad a la que aluden algunos de que Maduro se convierta en un mártir no tiene cabida en la realidad, solo unos pocos delincuentes estarían tristes por la captura de su socio. Ya sea que se trate de una captura o de obligarlo a salir del país (permitiendo, por ejemplo, que se refugie en Cuba) la operación no tendría por qué involucrar a toda Venezuela o expandirse más allá de los alrededores de Miraflores o de Fuerte Tiuna, donde se refugia Maduro.

Hay que trabajar en rechazar esa idea repetida en los medios de comunicación y entre los opinadores políticamente correctos de que una eventual colaboración internacional en la situación de Venezuela es forzosamente negativa. No hay nada de malo en que Guaidó, en representación legal de los millones de venezolanos que ruegan la salida del tirano, solicite ayuda militar a países que voluntariamente se la quieren dar.

Por lo pronto, parecería que las cosas avanzan hacia el camino que acá hemos planteado. Maduro es un narcotraficante y está acusado internacionalmente de delitos de lesa humanidad. El viernes 25 de enero, Elliot Abrams, una de las mentes principales de la captura del dictador panameño Manuel Noriega, fue nombrado por Trump “emisario para restaurar la democracia en Venezuela”, y cada vez más militares se ponen del lado de Guaidó.

Venezuela ya está intervenida (¡por los rusos!), pero sobre todo por los cubanos que han instaurado y mantenido por años una tiranía socialista en la que la gente muere a diario. La inmensa mayoría de los venezolanos de a pie piden a Estados Unidos que los ayude a liberarse de la narcodictadura.

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