Por: Benedicto Truman.

Las viejas rencillas de precandidatos presidenciales que el hoy presidente y Rafael Nieto sostuvieron en 2017 a propósito de unos tweets en los que el aspirante Duque se mostraba a favor del renacer agropecuario a través del fortalecimiento del pequeño producto y Nieto partidario de la protección de la propiedad privada, el impulso a los nuevos emprendedores y el estímulo a la empresa privada, muestran las diferencias de carácter entre el extremo más alejado del Centro Democrático encarnado en Rafael Nieto, Fernando Londoño, José Félix Lafaurie y María Fernanda Cabal y el espirítu de centro y estadista de la corriente que llevó a Duque a la Casa de Nariño.

 

Mientras los extremos buscan separar, el centro busca unir. Un reciente confidencial de la revista Semana advierte de que la facción más radical del uribismo podría montar rancho a parte del Centro Democrático. Reclaman una mayor identidad del gobierno Duque para con los intereses que de ‹‹derecha›› y un cambio en el rumbo del gobierno. No soportan que el primer mandatario esté en el centro dándole la cara a todos los colombianos y no a un grupillo de retrogrados de la dogmática más neoliberal. Su incomodidad con el centro le impidió formar equipo y perseguir la unidad cuando declinó la invitación del presidente Duque a hacer parte del cuerpo diplomático como embajador ante la Unión Europea.

 

El Nieto divisor que en  entrevista para El Tiempo con María Isabel Rueda argumenta que la agenda de gobierno no siempre se armoniza con la del partido, es ese que quisiera aplicarle una pretendida agenda derechista a los más puros valores de centro del partido del presidente. Quisiera Nieto, en cálculo de animal político, echarle la culpa al presidente Duque, de la derrota electoral que para algunos –incluido él- representaron los resultados electorales de los pasados comicios locales y regionales.

 

Quisiera hacer ver que el deber de un estadista más que proponerse gobernar para todos es utilizar el poder para vindicar con más  ahínco un programa ideológico, pues según Nieto “es indispensable que la gestión del Gobierno refleje la agenda doctrinal del partido, que expresó en la plataforma electoral del partido”. Lo que estoy tentado a creer es que el dr. Nieto confunde las formas con el fondo, los medios con los fines estipulados por la filosofía de centro del partido.

 

Y una reciente entrevista para las Dos Orillas lo vuelve a confirmar. Dice que la dirigencia regional del partido, algunos miembros de la bancada en el Congreso y las bases presentan un cierto descontento por la forma en que se desarrolla la gestión del presidente Duque. Y en nombre de los prosélitos dice demandar cambios en la gestión presidencial y en el partido. Quisiera Nieto y Londoño hacer del partido el festín de los extremos con los que millones de colombianos ya no se identifican y volver a la dogmática de antaño que seguramente pocos votos le puede aportar al partido, que él tanto dice estar necesitando. Peor aún se despacha contra la elección de perfiles técnicos para dirigir los asuntos ministeriales y clama por lo que parece más una gestión política cuando todos en Colombia claman contra la corrupción de siempre y exigen las mayores cualidades intelectuales para dirigir los gabinetes.