Xavier ¨Bonil¨ Bonilla es un caricaturista ecuatoriano que ha estado en el ojo del huracán en varias ocasiones ya que su trabajo no ha sido del agrado del oficialismo ecuatoriano.
Rafael Correa en el 2014, en uno de sus programas sabatinos haciendo referencia a Bonil, señaló:
“Si es valiente, póngase de candidato, póngase de analista político, no saca medio voto. Se disfraza bajo un tintero para desfogar su odio. Gracias a Dios ya tenemos quien nos defienda […] Gracias a nuestra nueva Ley de Comunicación se les acabó la fiesta”.
El oficialismo ecuatoriano promulgó en 2013 la Ley Orgánica de Comunicación, que restringe la libertad de prensa en ese país y que a raíz de ella Bonil y el periódico El Universo ha sido sancionado varias veces por las caricaturas en las que se critica al oficialismo.
Durante el Oslo Freedom Forum 2017 en el que Bonil fue expositor, PanAm Post tuvo la oportunidad de conversar con Bonil sobre el papel de la risa y la libertad de expresión.
Si estudiaste ciencias políticas y sociología, ¿cómo terminaste en el periodismo?
Porque siempre me atrajo la idea de poder expresar públicamente mis comentarios sobre lo que pasaba en mi entorno. Aparte que mi papá escribía para un periódico, con una columna política. Y era un político, creo que esa fue una influencia. Mi papá murió cuando tenía 40 años, entonces eso fue una manera de conectarme posteriormente con él. Me fui sin tener conciencia de eso a un campo parecido.
¿Y cómo saltaste a las caricaturas? ¿Acaso siempre te gustó dibujar?
Sí, bueno, también siempre me ha gustado el humor. Mi papá también tenía una gran cantidad de libros que él me heredó, donde leí humor de Europa, de la época pre y posfranquista, y en Ecuador no había acceso fácil a ese tipo de material, te hablo de los años 70, de ver manifestaciones de ese tipo, salvo las historietas como de Lorenzo y Pepita. Eso creo que me fue marcando un norte. Uno ve algo que a uno le gusta uno trata de contribuir a esa fascinación.
¿Cuándo empezaste a dibujar?
Bueno, desde niño, lo usual que un niño dibuja, la primera vez que me publicaron fue a los 17 años en una revista. Estuve unos meses en esa revista, mi hermano me consiguió el trabajo, tenía que dibujar. Me tocó empezar a leer los periódicos para poder hacer ese trabajo.
¿Cuándo consideras que una caricatura ha logrado su objetivo?
Ahora tienes más posibilidad de retroalimentación que antes, siempre sin embargo, está primero y sobre todo la satisfacción personal, porque no puede crear o escribir pensando qué le gustaría a otra persona, puedes imaginar cómo reaccionaran los otros; pero cuando haces arte y periodismo lo que haces es guiarte por tus convicciones, entonces la principal misión del caso de la caricatura es lograr expresar lo que tú quieres.
En 2008 Bonil publicó una columna con relación a los cambios constitucionales que venían de la mano de la Asamblea Constituyente. En la caricatura él escribió: “Oye, ¿supiste que ahora un muchacho de 18 puede ser electo y uno de 16 votar?”. Y otro responde: “¿Pero qué te sorprende si el presidente todavía está en la edad del burro?”
El editor de opinión del diario El Universo, Emilio Palacio, le expresó “Oye Bonil, le estás diciendo burro al Presidente”, yo le respondí: “No seas burro, le estoy diciendo adolescente”, y así se publicó la caricatura. Gracias a esa caricatura el presidente Correa le llamó personalmente a Bonil.
¿Sientes que lograste tu objetivo con las caricaturas cuando pasó el incidente con tu presidente?
Para ser honesto siempre había leído sobre la pugna que puede generarse entre el humor y el poder político, algunas situaciones son muy extremas, lugares muy lejanos a Ecuador, por ejemplo España en la época de la dictadura franquista, Argentina en la dictadura militar, pero nunca me imaginé que a mí me tocaría vivir episodios similares. Lo cual ha pasado un poco de tiempo me satisface, ya que significa que la caricatura cumplió la tradición.
¿Qué sentiste cuando recibiste la llamada de Correa?
Bueno, no me gusta que me despierten tan temprano. Sentí mucho nerviosismo, el día anterior había habido un antecedente que no los he contado, el editor del periódico pensaba que el dibujo podía ser malinterpretado. Yo no pensé que había alguna razón.
Al día siguiente el presidente me llamó para decirme que se había reído de la caricatura, en ese momento yo pensaba que me iba a enfrentar a algún monstruo o que habría algún problema. Luego sentí un desconcierto porque no era congruente, que él dijera que le satisfacían mis dibujos cuando sabía que él era muy intolerante a las críticas.
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