Han pasado meses desde que el país conoció que el almirante (r) Álvaro Echandía, Director de la Agencia Nacional de Inteligencia (DNI), fue quien delineó la ruta para infiltrar criminalmente la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga en el año 2014. La evidencia de mensajes al Exdirector del CTI Julián Quintana a quien le ofreció un cargo para que no lo relacionara en declaraciones ante la Corte Suprema de Justicia y un sin número de hechos concluyentes hacen que mantengamos los 5 sentidos puestos sobre el ya mencionado Director. No es menos vergonzoso que el Presidente de la República, único receptor y beneficiado directo -obtuvo la reelección- de esa maniobra criminal orquestada con la Fiscalía Montealegre y unos delincuentes pagados con el presupuesto público, siga en silencio como si nada hubiese pasado.

En medio de las acusaciones mutuas entre exfuncionarios y otras personas que a pesar de todo siguen en el cargo, el país no puede aceptar que su Director de Inteligencia pase de “agache” en uno de los capítulos más oscuros de la política colombiana en los últimos tiempos.

La moralidad pública y el derecho de los colombianos a saber la verdad sobre este episodio que cambió el destino que había determinado la ciudadanía en las urnas, obliga a que el director de la DNI, Álvaro Echandía, vaya al polígrafo, de frente al país y de una vez por todas para que se conozca el fondo de este penoso e irreparable hecho para la vida democrática de Colombia.

Adelante Almirante (r), si puede, haga honor a sus insignias, así como estuvo al frente de las más importantes fragatas, o en sus cargos de Jefe de Inteligencia y contrainteligencia Militar Conjunta de las Fuerzas Militares, permita que el país conozca de usted algo más que las inconsistentes y torpes versiones que ha entregado a algunos medios de comunicación que lo único que han dejado es dudas sobre su actuación. En ese sentido no debe haber temor alguno en enfrentar la prueba del polígrafo y contarnos a los colombianos por qué su nombre, el de Eduardo Montealegre, aparece ligado directamente en este hecho, junto con el de su socio de “audacias conocidas”, amigo y jefe, Juan Manuel Santos.

De no acceder a contestar sujeto a un método muy propio de su oficio como es el polígrafo, cuyo objetivo principal es determinar indicadores de verdad o mentira de hechos o acciones relacionadas con el individuo, se entenderá como su negativa a brindar claridad sobre su responsabilidad en lo que se ha denominado el “hackergate” restando toda, absolutamente toda credibilidad en un entramado disfrazado de Estado que al menor asomo de amenaza democrática al muy desprestigiado Gobierno Santos que usted pertenece, fue capaz de utilizar los mecanismos más inusitados para tumbar una campaña presidencial, lesionando de manera irreparable la democracia Colombiana.

¿Vamos a aceptar otra elección Presidencial con un Echandía al frente de la inteligencia de la nación?

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