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La depravada violación, tortura y asesinato de Yuliana Samboní a manos de Rafael Uribe Noguera estremecieron al país. Los ciudadanos se manifestaron en las calles para rechazar un acto cruel y lleno de sevicia, tras la alteración de la escena del crimen y la manipulación de los hechos que buscan dejar impune un crimen tan grave.

Columna de Álvaro Hernán Prada publicada en el Diario del Huila el 12 de diciembre de 2016.

Muchos hemos contemplado hasta la pena de muerte ante el inmenso dolor que produce acabar la vida de una niña y la de su familia. Este crimen volvió a dejar planteado la cadena perpetua a los violadores de menores. Los colombianos han entendido que debe recuperarse el orden y así mismo enviar un mensaje de advertencia a los violadores potenciales: pasaran el resto de sus días en la cárcel. Todo con el propósito de poner en práctica uno de los fines las penas: la disuasión. Prevenir el delito con el miedo que produce al delincuente la pena que pagaría.

Me parece bien que la sociedad reaccione y se sensibilice ante la monstruosidad cometida a Yuliana, inocente angelito llena de ilusiones, quien paradójicamente llego con su familia a Bogotá para protegerse de la violencia.

Lo que me ha costado es entender a políticos y algunos medios que piden cadena perpetua a estos criminales, olvidan que aprobaron e impulsaron el Acuerdo entre Santos y Timochenko, donde no hay castigo de cárcel ni con un día, para los responsables de miles de crímenes similares al cometido por Rafael Uribe Noguera. ¿Falta de coherencia o doble moral?

Constatar con las víctimas de las FARC la enfermiza crueldad con la destruyeron sus familias y el futuro de sus hijos es desgarrador. Recuerdo hace poco más de un año en el Congreso una madre llorando al contar como a su hijita de 2 años la habían violado y matado terroristas de las FARC. O el testimonio de alias Daniela, cuyo caso fue transmitido por el canal Caracol. Desde niña fue abusada sexualmente por varios comandantes, le practicaron abortos y vive el drama de haber sido instrumentalizada con autorización del secretariado, es decir Márquez, Timochenko y demás terroristas.

Otras familias todavía sienten el terror de buscar sus hijas desaparecidas. Como me lo dijo la terrorista alias Karina, muchos menores reclutados terminaban asesinados, enterrados y con sus victimarios negando el hecho. Quienes se rehusaban a ser violadas y estar contra su voluntad reclutadas, trataron de escapar encontrando un tiro de gracia y sus familias aún no lo saben. Claman por encontrarlas.

A Uribe Noguera le darán seguramente más de 40 años de cárcel. Y a los otros criminales les darán penas simbólicas con cero cárcel y poder político simultaneo por reclutar, violar niñas, practicarles múltiples abortos y asesinarlas después de una tortura por tratar de escapar de sus filas. El premio a sus verdugos será curules, alcaldías, gobernaciones y más poder para seguir destruyendo. Es tan sencillo que si al abogado Santiago de las FARC, le da por decir que el asesino Rafael es de las FARC, saldría inmediatamente y podríamos verlo en el Congreso.

¿Por qué vamos a permitir semejante impunidad? ¿El dolor del crimen es menor de acuerdo al victimario? Las Yulianas anónimas y sus familias también tienen derecho a implorar y ver aplicar justicia. El pueblo enterró el Acuerdo del conejo, que debe corregirse.

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